ESTRENO DE CINE

Crítica de 'Infierno bajo el agua': suspense de cámara

Alexandre Aja maneja con eficacia la tensión en un filme protagonizado por un padre y su hija adolescente atrapados en casa, enfrentados a un huracán y unos cocodrilos

Estrenos de la semana; Tráiler de la película de terror 'Infierno bajo el agua'.

Tráiler de la película de terror 'Infierno bajo el agua'. / periodico

Nando Salvà

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Resulta inevitable conectar la nueva película de Alexandre Aja con la que posiblemente sea la mejor de su carrera, 'Piraña 3D' (2010). Después de todo, ambas están protagonizadas por depredadores marinos, y ambas tienen la decencia de durar menos de 90 minutos. Sin embargo, algo las diferencia entre sí con rotundidad: si aquel 'remake' parecía diseñado para poner a prueba cuánta violencia es posible incluir en una ficción estrenada en cines -en una de sus escenas, la hélice de una lancha atrapa la melena de una chica y le acaba arrancando el cuero cabelludo y la piel del rostro en un solo tirón-, 'Infierno bajo el agua' es casi sobria en comparación. Le interesa menos esparcir sangre por la pantalla que generar tensión.

Mucho más que cocodrilos

La protagonizan un padre y su hija atrapados en una casa y enfrentados a dos terribles amenazas: por un lado, un huracán que está provocando la inundación de la vivienda y bloqueando las posibles salidas; por otro, un puñado de cocodrilos. Tras establecer ese escenario, Aja maneja su metraje con eficacia, manteniendo el foco puesto en escenas de acción limpias y coherentes que se suceden con tanta agilidad y a ritmo tan constante que no nos da tiempo a pensar en la arbitrariedad con la que se desarrolla la trama, y sacando el máximo partido visual y dramático de la localización única.

Es una película absurda -y lo sabe-, pero no demasiado. Los cocodrilos no son excesivamente grandes ni inteligentes, y los humanos no abusan de decisiones estúpidas. Lástima que Aja opte por presentar la batalla de la pareja contra los elementos como una forma de terapia paternofilial; para ellos, escapar no significa solo zafarse de los lagartos sino también del resentimiento que los ha mantenido distanciados durante años. Al final, el gran villano de la película no son los cocodrilos sino la voluntad de convertirlos en metáfora.