ENTREVISTA

Valeria Bruni-Tedeschi: "Hago cine para ordenar mi caos vital"

La directora se zambulle una vez más en su tema favorito, la familia, en 'La casa de verano'

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Nando Salvà

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Acaba de estrenar en España su cuarto largometraje tras la cámara, 'La casa de verano'. En él, echando mano de ese género narrativo híbrido que muchos conocen como autoficción y que ella prefiere llamar "autobiografía imaginaria", la actriz y directora reúne a una veintena de personajes en una gran propiedad en la Costa Azul para meditar con humor y melancolía sobre la familia, el desamor, el paso del tiempo y la pérdida.

El personaje central de La casa de verano es el fantasma de un hermano muerto. ¿Es Virginio Bruni Tedeschi, fallecido en el 2006, quien inspiró la película?

Sí. Antes de morir, mi hermano me regaló un corto casero rodado en Super-8 sobre nuestra casa en el mar. De este recuerdo nació la película. Sentí que necesitaba ver a Virginio de nuevo, así que decidí invocarlo con la cámara. El cine tiene este poder de devolver la vida a los muertos, de permitir que los tengamos a nuestro lado un rato más. Es mágico.

En la película usted interpreta a una cineasta que trata de superar una ruptura sentimental reciente escribiendo una película muy similar a 'Un castillo en Italia', que usted rodó en el 2013. De hecho, la mezcla de autobiografía y ficción es la esencia de su obra como directora. ¿Qué le interesa de esa forma narrativa?

Yo suelo decir que mis películas pertenecen al género de la autobiografía imaginaria. El término es un oxímoron, y esa posiblemente es la figura literaria que mejor me define. ¿Cómo explicarlo? A menudo mi vida real me resulta incomprensible, carente de significado, y eso me angustia. Mi vida cinematográfica me sirve para arrojar luz sobre esa confusión. Hago cine para poner orden en mi caos vital.

¿Significa eso que otro de sus motivos para hacer 'La casa de verano' fue lidiar con sus sentimientos respecto a su separación del actor Louis Garrel?

Sí, es una película sobre la separación aunque no solo hable de eso. Digamos que su hilo conductor es ese dolor, y el vértigo y las dificultades para respirar que causa. Creo que es un sentimiento en el que todos podemos reconocernos. Una ruptura causa la destrucción de un hogar, y el hogar es lo que protege a las personas de la angustia por el tiempo y el miedo a la muerte. El fin de una relación es un desastre.

A juzgar por su filmografía, da la sensación de que su principal fuente de inspiración es la familia. ¿Es así?

Es mi tema favorito porque es un surtidor inagotable de conflicto. La vida en familia es un estado de guerra constante. Y, además, el grupo de personas junto a las que nacemos y crecemos determina el resto de nuestra vida. Nuestras relaciones sentimentales están marcadas por nuestros padres y hermanos. Y, cuando sufrimos una ruptura, afloran miedos al abandono que llevamos dentro desde la infancia. La familia lo es todo.

'La casa de verano' reúne en un mismo escenario a un grupo de burgueses y a los que trabajan para ellos. ¿Cuánto hay en la película de reflexión sobre las diferencias de clase?

Más bien sobre lo relativas que son esas diferencias. Todos los personajes de la película han acabado juntos en un lugar maravilloso, en una época del año hermosa, pero ni unos ni otros están a salvo del dolor, la soledad, la enfermedad y la muerte. Ni todo el dinero del mundo puede protegernos de esas cosas; ricos y pobres están en el mismo barco, que está lleno de boquetes y se hunde. En realidad, aunque está centrada en unas personas y un lugar muy específicos la película trata de hablarle a todo el mundo.

En todo caso, describir 'La casa de verano' en esos términos puede dar a entender que se trata de un película deprimente. En realidad, está llena de humor e ironía.

El humor y la ironía nos ayudan a aceptar lo inaceptable. Para mí son una medicina contra el desaliento. Hago cine para que el espectador ría, y para que esas risas sean tan reparadoras como para mí lo es ver las películas de Woody Allen o experimentar las obras teatrales de Chéjov. Chéjov dijo que el el estado natural del hombre es ser ridículo. La forma más saludable de vivir es no olvidarse de ello.

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