Crítica de 'La virgen de agosto': el largo y cálido verano

Este 15 de agosto es el día en el que concluye la ficción relatada por Jonás Trueba en su última película, así que imposible mejor fecha de estreno. La acción acontece del 1 al 15 de agosto en un Madrid estival, caluroso, entre hípster y castizo. En esos 15 días, Eva, de 32 años, se instala en el piso de otra persona, pasea por la ciudad, va al cine, conoce a gente nueva y reencuentra a viejos amigos y exnovios.

Todo acontece con sencillez: conversar con una vecina a la que ha visto realizar una performance callejera la noche anterior, toparse con su antigua pareja –una historia no cerrada– en la entrada de un cine, reencontrar a un amigo durante la visita a un museo, conocer a una chica que realiza una terapia especial para alejar las malas vibraciones. En su captura de la verdad cinematográfica, Jonás Trueba escribe momentos, más que historias, y trabaja a fondo para conseguir de sus actrices y actores ese tipo de interpretación extravertida, nada rígida, cercana, de un encanto especial.

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Una de las protagonistas de 'La reconquista', Itsaso Arana, no solo asume en 'La virgen de agosto' el personaje central, sino que ha escrito el guion con Trueba, como Jacques Rivette escribía/improvisaba los guiones de algunos de sus filmes con las actrices protagonistas. El resultado es sobresaliente, pues parece un documento sobre la actriz siendo una fluida ficción y, al mismo tiempo, el retrato de una ciudad que en verano es distinta, espacio ideal para que la protagonista se busque a sí misma.