ENTREVISTA

Renée Nader Messora y João Salaviza: "En Brasil hay una guerra cultural y Bolsonaro la está ganando"

Los directores nos acercan en la película 'El canto de la selva' a la tribu in dígena de los krahô

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Beatriz Martínez

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Renée Nader Messora y João Salaviza nos acercan en 'El canto de la selva' a la tribu indígena de los krahô en esta película que tiene algo de ficción, documental, experiencia poética y alegato político. Los cineastas nos sumergen en los ritos y tradiciones de este pueblo a través de la figura de un joven que comienza a escuchar las voces de los espíritus que le rodean. Un viaje a medio camino entre lo cotidiano y lo mágico sobre la identidad de un pueblo oprimido.

¿Cómo fueron sus primeros acercamientos a los krahô?

Renée Nader Messora: En el 2009 fui a una de las aldeas para registrar la fiesta de fin de luto de uno de sus líderes y comenzamos a generar sinergias con ellos. El profesor de la escuela quería utilizar el audiovisual como herramienta y conseguimos montar un proyecto, compramos un equipo para filmar los ritos, los cantos… Había toda una generación de ancianos a punto de morir y eran ellos los que querían que todo ese saber pasara a la posteridad.

¿Cómo plantearon la película y en qué momento decidieron convertirla en una ficción?

João Salaviza: Nosotros sentíamos una enorme responsabilidad ética sobre una comunidad indígena de 1.500 personas que probablemente no se conozca en muchas partes del mundo. Queríamos que se sintieran respetados. Pero nosotros no somos etnógrafos y tampoco queríamos hacer un documental de National Geographic. Nuestro punto de partida fue alejarnos de las películas prototípicas de indígenas en las que se trata la colectividad de una manera homogeneizante. Queríamos buscar la subjetividad discursiva y poética de un héroe kraho.

¿Cuáles son las principales diferencias con nuestro sistema occidental?

J. S.: El capitalismo no entró allí, sí algunos elementos de la globalización, pero es un sistema sociopolítico totalmente cerrado a la posibilidad de acomodación de poder. La aldea es un círculo redondo con un patio central y todas las casas están a la misma distancia. Y esa plaza es el centro de todo. No hay dirigentes, no existe una idea monolítica de dios.

La historia de un joven que comienza a ser chamán, ¿tiene una base verídica?

R. N. M.: Sí, un niño krahô comenzó a transformarse en chamán cuando estábamos allí. Lo vivió de una forma muy íntima y secreta, caminando por el bosque y hablando con la entidad que le había dado poder. Nosotros añadimos la parte de la ciudad porque queríamos aportar una dimensión política, para mostrar la forma en la que son excluidos y marginados estos pueblos.

¿Cuál es la postura de Bolsonaro ante los pueblos indígenas?

R. N. M.: A él le gustaría exterminarlos. Dijo públicamente que el problema de nuestro país es que no se terminó de matarlos como en Estados Unidos. Ahora ha sacado la Fundación Nacional del Indio del Ministerio de Justicia, donde siempre había estado, y la ha incluido en el Ministerio de Agricultura, dominado precisamente por los granjeros, que son los que quieren quitarles la tierra a los indígenas.

¿Cómo es hacer cine ahora en Brasil?

J. S.: Otra de las medidas de Bolsonaro ha sido cerrar el Ministerio de Cultura. Estamos en una guerra cultural, y la derecha la está ganando. Han bloqueado los fondos para cultura y educación y tal y como están las cosas, creo que las películas que se hagan van a tener que pasar por muchos filtros y no se va a poder hablar de todo.