CRÓNICA
Jamie Cullum, más alto y más grande en Cap Roig
El músico británico se mostró a sus anchas fundiendo las canciones de su nuevo disco, 'Taller', con adaptaciones libres de Lauryn Hill, Ray Charles y Cole Porter
Jordi Bianciotto
Periodista
Jordi Bianciotto
Jamie Cullum da a entender en su nuevo disco, ‘Taller’, que ya es hora de ir dejando de ser un niño grande y de acariciar maneras de artista adulto. Tremendo cliché, hay que decir, pero afrontado con elegancia, buenas ideas y sin giros bruscos. Más aún cuando se le ve sobre un escenario, como este viernes en Cap Roig, donde se mostró, como indica el título del álbum, más alto y también un poco más grande, dominando la situación desde ese piano que manipula, golpea y zarandea a placer.
Luciendo buen humor, como siempre, Cullum, que dentro de unos días, el 20 de agosto, cumplirá los 40, dijo ser consciente de que ‘taller’ (‘más alto’) en castellano equivale al inglés ‘workshop’. “Palabra que refleja lo que es mi vida”, apuntó, invitando a pensar que su existencia es algo así como una ITV permanente. Factoría artesanal de la que salieron canciones estimables como la misma ‘Taller’ (“ojalá fuera más alto / para poder estar a tu nivel”, le canta a su pareja, la escritora Sophie Dahl, que le saca un palmo) y la balada ‘bluesy’ ‘Drink’, inyectando cierta serenidad en el primer tramo de concierto.
Repertorio de puertas abiertas
Pero la madurez no consiste solo en tocar más baladas, sino en hacer, con más intención todavía, lo que a uno le apetece, sobre todo si las aptitudes acompañan. Y a Cullum le sobran facultades para introducirse en el elástico jazz-funk de la rescatada ‘Get your way’, atacar piezas ajenas de amplio espectro (de Lauryn Hill a Ray Charles, pasando por un deconstruido ‘New York, New York’) y jugar, en fin, con su arte musical como siempre hizo, arropado aquí por una banda de cinco músicos y dos coristas atentos a cada una de sus inflexiones.
Cullum transmitió la impresión de ser el rey de todo un mundo de música, en el que es a la vez virtuoso y ‘entertainer’, y donde desdibuja las fronteras de los géneros y categorías sometiéndolas a su ley: jazz con aroma de Nueva Orleans, tramas hip-hop, números ‘a cappella’ (otra novedad, ‘Mankind’), más y más versiones centrifugadas (un ‘Just a gigolo’ cantado entre el público y el turbio aquelarre de ‘Sinner man’, con vistas a Nina Simone), y la balada en ‘crescendo’ ‘The age of anxiety’ como carta final. Todo ello, con aquella levedad propia del superdotado, cerrando la noche a solas al piano, y demostrando que, cuando uno dispone del don, hasta un clásico como ‘I’ve got you under my skin’, de Cole Porter, puede sonar casi como una nueva canción.
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