CRÓNICA

Juerga en el pasillo con la Hypnotic Brass Ensemble

Los seis hermanos de Chicago ponen patas arriba el Teatre Coliseum en el concierto estrella del 17º San Miguel Mas i Mas Festival

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Roger Roca

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Uno de los trompetistas mueve la cintura con el móvil encastado donde normalmente estaría la hebilla del cinturón. Está encendido -el móvil-, aunque no sabemos si graba, pero podría ser. Otro da brincos como si esto fuera una fiesta de punk rock. El de más allá ha dejado en el suelo su instrumento para agarrar el micro y gritar una y otra vez que hay que vivir cada día como si fuera sábado noche. Y esto parece un sábado noche con la noche muy entrada, solo que apenas son las diez y pico de un jueves. Y los que han puesto en pie el Teatro Coliseum no son una panda de amigos, sino seis hermanos de Chicago criados bajo la más estricta de las disciplinas musicales por su padre, que fue músico del chamán del jazz más cósmico, Sun Ra. Hace un rato, Cid, uno de los trombonistas, ha mentado el santoral del jazz -Miles Davis, Coltrane, Armstrong, Sun Ra-, y ha dicho aquello de que según Miles solo hay dos tipos de música, la buena y la mala, y blablablá. Pero ahora mismo el halo cósmico, la disciplina y la huella de los clásicos no se ven por ningún lado. Esto huele a fiesta. A desmadre.

Hay juerga en el pasillo central del teatro y juerga frente a las primeras filas. Quienes quieren bailar, que son muchos, han salido en tromba de sus asientos hacia los únicos espacios libres de la platea -qué mal se baila entre butacas- y ya no se sentarán en lo que queda de noche. Ojalá esto fuera una sala de conciertos, pero es un teatro. Da igual. Hypnotic Brass Ensemble son un todoterreno. Funcionan en seco, en mojado, en pendiente y en terreno en mal estado. A su paso por el 17º Mas i Mas Festival se han metido en el bolsillo a muchos curiosos que apenas les conocían por una canción que se coló en la banda sonora de 'Los juegos del hambre'. Todo guisado y comido por ellos mismos, al margen de la gran industria, y con un repertorio propio bastante insólito que no es exactamente como el de las 'brass bands' de Nueva Orleans, ni jazz, ni funk, ni hip hop, ni punk rock. Quizás lo que decía Cid de los dos tipos de música, "la buena y la mala", es un poco verdad. En una buena noche, Hypnotic Brass Ensemble, compactos como un batallón, callejeros como el que más, determinados y vacilones, te convencen de cualquier cosa. De repetir "¡aaaaaa-ay!" a grito pelado sin sentirte ridículo. De que la mejor iluminación para un concierto son los teléfonos móviles del público moviéndose al compás de la música. De que cada día tiene que ser sábado noche. Lástima de butacas. La próxima vez sillas fuera y pista libre para todo el mundo.