CRÓNICA

Ben Harper, fortificado en Cap Roig

El músico californiano ofreció un caudaloso concierto con The Innocent Criminals asentado en su obra de los años 90 y con citas a Jimi Hendrix y Stevie Wonder

El cantante Ben Harper en Cap Roig.

El cantante Ben Harper en Cap Roig. / periodico

Jordi Bianciotto

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Año y pico después de pasear en la sala Barts su mano a mano bluesero con Charlie Musselwhite, Ben Harper volvió este viernes a Cap Roig con ánimo para reafirmarse en lo suyo: repertorio clásico, alianza retomada con sus queridos The Innocent Criminals y el acento puesto no ya tanto en las canciones como en el modo de interpretarlas, en los artesanales climas y ‘grooves’, y en las dinámicas instrumentales.

Hace 25 años que Harper publicó su primer álbum, ‘Welcome to the cruel world’, ofreciéndose como un Richie Havens de la era grunge, y el material de aquellos primeros tiempos marcó la pauta. El californiano parece haber asumido que los 90 fueron sus años de gloria: 12 de las 18 canciones procedieron de esa década, empezando por los suaves tonos soul de ‘Gold to me’, la cadencia ‘funky’ de ‘Steal my kiss’ y el desarrollo un tanto psicodélico de ‘Whipping boy’.

Mística y manualidades

Harper entiende la música como un material trascendente y envuelve su propia figura de un halo místico. Sentado con la ‘lap guitar’ sobre las piernas, cantando desde muy adentro, se alzó con teatralidad para imprimir épica a ‘Please bleed’ y remató ‘Amen omen’ cantando a pelo. Su lenguaje musical desplegó una despierta viscosidad, de las arenas rockeras de ‘The will to live’ y la secuencia a voz y guitarra culminada con un sentido ‘Deeper and deeper’.

Sirviendo a su idea de construir un estado mental, abrió espacios para la improvisación y el diálogo con sus músicos, si bien, ahí, ‘Fight for your mind’ se terminó extraviando en un largo episodio de llamada y respuesta con el bajista, Juan Nelson, incluyendo hasta una mención al ‘riff’ de ‘Owner of a lonely heart’, de Yes. Nelson, hay que decir, sacó al grupo del atolladero pilotando con su garganta poderosa un fragmento de ‘Them changes’, de Buddy Miles.

Acentos de blues-rock de la vieja escuela, la ‘dylaniana’ ‘Diamonds on the inside’ y, subiendo el tono, vigorosos asaltos a Jimi Hendrix (‘Machine gun’) y Stevie Wonder (‘Superstition’), camino de un bis que miró a los orígenes con ‘Welcome to the cruel world’. Harper caudaloso, aunque capaz de perderse en el reflejo de su propia música, fortificado en las canciones y el imaginario que le dieron impulso 25 años atrás.