CRÓNICA

'El pop d'una nit d'estiu': sinfonismo mágico en el Grec

El desafío de la GIOrquestra, dirigida por Marc Timón, dejó un rastro de adaptaciones luminosas y con carga épica de canciones defendidas por intérpretes como Maria Arnal, El Petit de Cal Eril, David Carabén, Clara Peya o Judit Neddermann

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Jordi Bianciotto

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Buena parte del pop catalán de la era moderna ha practicado una estética más bien humilde y minimalista, de guitarra (o ukelele) y verso recogido, ante la cual las exuberantes instrumentaciones de Marc Timón con su GIOrquestra podrían ser casi una provocación. Pero al compositor y arreglista ampurdanés le sobran recursos para llevar las canciones a otro plano, sin pervertirlas y demostrando que la épica no tiene porqué estar reñida con la sensibilidad.

Así fue este jueves en el Teatre Grec, donde el concierto ‘El pop d’una nit d’estiu’ (con 13 intérpretes por cada uno de los años que cumple el club TR3SC) ofreció otro enfoque de canciones destacadas de la última década. Temas, algunos, aptos para el tratamiento majestuoso, como ‘Tú que vienes a rondarme’, de Maria Arnal i Marcel Bagés, con su mística poética con vistas al cosmos y a la sonda 'Voyager 1', un alto punto de partida de la noche. Otros, de encaje más incierto pero resueltos con imaginación: ‘Sento’, con Joan Pons, El Petit de Cal Eril, visiblemente a sus anchas entre dinámicas orquestales con ecos del clásico ‘easy listening’ de un Burt Bacharach.

Trajes a medida

El sueño shakespeariano lució una pigmentación viva, centelleante y mágica, de la mano de esos “30 músicos que suenan como un trueno”, como apuntó la conductora, Sara Loscos. Trajes hechos a medida de figuras tan difíciles de encuadrar como Joan Colomo, con su bucólica ‘Els amigos’, o Ferran Palau, cuya magnética pieza ‘Serà un abisme’ sonó menos críptica, más de puertas abiertas. David Carabén (Mishima) disfrutó de un empaque frondoso, muy a lo The Divine Comedy, para ‘Un tros de fang’, y dos creadoras de la última ola marcaron perfil: Núria Graham, narrando su ‘Cloud fifteen’ entre oleajes oníricos, y Pavvla, flotando en el aventurado vals de ‘Planets and stars’.

El concierto tuvo algo de afirmación de una escena y del compadreo entre los artistas, que entraban en diálogos informales espoleados con ingenio por Sara Loscos. Entre canción y canción todos fueron dando despacho a un plato de ‘pulpo a feira’, otra (tan o más bienvenida) clase de ‘pop’, servida esta por el restaurante Rías de Galicia.

La otra cara del verano

Un pop que hizo suyas inflexiones flamencas con Alba Carmona (Las Migas), que abordó ‘Los rincones de tu casa’ con poder vocal, guitarra clásica de fondo y un poderoso riego de rumba-swing. El concierto permitió a Quimi Portet sublimar su rol de ‘crooner’ antiheroico y ‘socarrimat’, describiendo una calamitosa playa dominguera en ‘Sunny day’, y sirvió un arreglo de lujo para una canción sencilla y cautivadora, ‘Vinc d’un poble’, que recorrió a placer Judit Neddermann.

La noche de verano, leída a la carta, ya fuera a través de un carril ensoñador, cáustico o sensual. O turbulento, con las emociones desatadas y un punto de vértigo, en el piano de Clara Peya. Pórtico de las últimas intervenciones, canciones estas que quizá fueron pensadas para ser épicas: ‘Home is where the heart is’, con un Ramon Mirabet de horizontes amplios y un poco ‘springsteenianos’, y ‘Caure no feia mal’, elevando el minimalismo narrativo a una categoría exponencial según el método de Joan Dausà. Este tuvo el privilegio de repetir y cerrar la noche con un tema, ‘La gran eufòria’, cuyo título lo dijo todo en esta noche entregada a la evocación del verano como idea invencible.