CRÓNICA DE DANZA

'Torus', la fisicalidad de lo espiritual

El público del Mercat, medio hipnotizado, medio pasmado, medio sacudido al ver a los bailarines saltar incesantemente, aplaudió y silbó entusiasmado la danza molecular de Humanhood

Un momento de la representación de ’Torus’

Un momento de la representación de ’Torus’

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Valèria Gaillard

Bajo un ruido ensordecedor, un volumen saturado que perfora los tímpanos, aparecen cinco seres indefinidos, como reptiles, sobre un escenario inundado de humo, medio en penumbra. Así despega 'Torus', de Humanhood, una pieza que se presentó jueves y viernes en el Mercat de les Flors (Festival Grec) como una reflexión sobre la división entre espiritualidad y física. Imbuida de conceptos de física y termodinámica, e inspirada por la investigación actual que se lleva a cabo en estos campos científicos que rozan la poesía por la manera como desvelan la realidad, con sus mundos paralelos, ondas que son a partículas según se miren y paradojas como las del Gato de Schrödinger, la coreografía envuelve al espectador en una burbuja de ciencia de ficción.

El tor, que da nombre a la pieza, es una figura geométrica en forma de donut, un círculo que gira alrededor de un eje con un punto anclado en el mismo plano. Pues bien, los cincos seres vivientes exploran esta circularidad magnética como un único cuerpo orgánico. Primero evolucionan en el suelo y progresivamente se desenganchan de él para ensanchar sus movimientos. Parece un viaje agónico hacia la individualización que pasa por diferentes estadios: desde un avanzar circular, con movimientos de torso y extremidades superiores, hasta una exploración del espacio más amplia, que desemboca en un salto espasmódico y constante. Los bailarines están absortos. Solo al final tienen mirada, y esta se pierde en el horizonte del patio de butacas. Son elementos a merced de no se sabe qué fuerza física que les da cuerda con escasos momentos de descanso.

Espiritualidad oriental

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Júlia Robert Parés y Rudi Cole, los creadores de este 'Torus' metafísico, se inspiran en la técnica del Moving Breath que se desgrana en movimientos entrelazados que atraviesan los cuerpos siguiendo la cadencia de la respiración. La figura del loto que adoptan los seres, acompañada por una leve sacudida del torso a ritmo de mantra apunta esa “espiritualidad oriental” que subyace en la propuesta. Y luego hay un movimiento incesante que recuerda el pulular de la materia viva contemplada a través del microscopio. En este sentido, 'Torus' es una danza molecular que parece realizar la unión tan anhelada en la física cuántica (la partícula) y la astrofísica (el universo). En cualquier caso, la espiritualidad se revela física, y todo se reduce a un juego de fuerzas que este 'Torus' plasma con toda su intensidad.

El público del Mercat, medio hipnotizado, medio pasmado, medio sacudido al ver a los bailarines saltar incesantemente, aplaudió y silbó entusiasmado el viernes noche esta propuesta que nace felizmente de una colaboración catalano-británica: The Place, Birmingham University, Roca Umbert, Fàbrica de les Arts, La Caldera, Centre de Creació, y AtriumViladecans.