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Los secretos de 'Utoya, 22 de julio', un tenso drama basado en un caso real

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Eduardo de Vicente

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El filme más contundente que se estrena esta semana es Utoya, 22 de julio, espeluznante drama que revive la tragedia vivida ese día en la isla noruega de Utoya cuando un ultraderechista irrumpió armado en un campamento de jóvenes con el propósito de asesinar a todos los chicos que pudiera. El noruego Erik Poppe (Mil veces buenas noches, La decisión del rey) la firma y la protagonizan los debutantes Andrea Berntzen, Elli Rhiannon Muller Osbourne y Aleksander Holmen.

La acción arranca cuando se produce una misteriosa explosión en Oslo. A varios kilómetros de allí, unos chicos se encuentran de campamentos en la remota isla noruega de Utoya. Escuchan unos disparos y descubren que alguien está disparando a sus compañeros por lo que deciden esconderse. Está narrado desde la perspectiva de una chica, Kaja, que busca desesperadamente a su hermana, a la que no encuentra. Sorprendentemente, resulta mucho menos violenta de lo que podría haber sido, hay pocas escenas sangrientas y la masacre se intuye más que verse. Otra cosa hubiera sido si el realizador hubiera optado por explicarla desde el punto de vista del asesino, al que apenas se vislumbra en algún momento. Es angustiosa, tensa, no consigues apartar la mirada de la pantalla y consigue ponerte en la piel de la protagonista y dudas con ella. ¿Qué es mejor? ¿esconderse? ¿huir? ¿ayudar a los heridos? Pero ¿cómo transcurrió el rodaje de un filme tan especial? A continuación explicamos algunas de sus anécdotas.

-Rodando sin parar. El filme está rodado en un plano secuencia auténtico (no hay trampas como en Birdman, por ejemplo), con la cámara al hombre siguiendo a Kaja y el ataque ficticio dura 72 minutos, lo mismo que el real.

-El cuarto día. Solo podían rodar durante cinco días y aprovechar muy bien el tiempo. Cada día hicieron el mismo plano secuencia una sola vez y el director, finalmente, se quedó con la toma del cuarto día.

-Y al tercer día… todo se estropeó. En el tercer día de rodaje todo lo que podía salir mal, salió. Hubo una tormenta solar que provocaba interferencias entre el equipo. Esta circunstancia hizo que el director no pudiera comunicarse con el cámara y fue un día perdido.

-No ser filmó en Utoya. El equipo prefirió no rodar en la misma Utoya por "razones éticas" y optaron por filmar en una isla cercana. 

-Un guion de verdad. Para elaborar el texto del filme, los cineastas hablaron con muchos de los supervivientes de la masacre con la intención de acercarse al máximo a la realidad aunque los personajes son totalmente ficticios. Ellos son los auténticos protagonistas, ya que al terrorista solo se le ve de lejos como una sombra.

-El mosquito de la peli. El mosquito que aparece en el brazo de la chica herida a la que ayuda Kaja fue una coincidencia, no un efecto especial, y fue muy celebrada por el director ya que daba un tono aún más dramático a la escena.

-Las dudas previas. Poppe estuvo más de un año y medio recogiendo testimonios y se reunió con el jefe de la investigación policial para tener acceso al archivo. Admite que, pese al trabajo realizado, “era escéptico sobre la posibilidad de rodar una película. Muchos libros trataron de explicar lo ocurrido, pero las palabras no pueden mostrarlo como sí pueden hacerlo las imágenes de un filme. Para mí lo más importante era describir la historia desde el punto de vista de las jóvenes víctimas y no del terrorista".

-Un castingLos actores de la película son todos debutantes. Los productores y el director intentaron protegerlos de los medios de comunicación y mantuvieron el secreto sobre los elegidos en el casting. Poppe también habló personalmente con los padres de los chicos para explicarles el proyecto.

-Los supervivientes y la película. Cuando finalizó la película, algunos de los psicólogos le pidieron que la proyectara a los chicos como parte de su lento proceso de curación. Poppe explica que “algunos se convirtieron en embajadores del filme, otros optaron por no verla, pero en general la actitud hacia la película fue positiva”.

-La promoción. Curiosamente, en un primer momento, la productora del filme tan solo facilitó para su promoción fotos de los actores de tamaño carnet.

-Los hechos. El 22 de julio de 2001 explotó una bomba en la sede del gobierno noruego en Oslo provocando la muerte de ocho personas y graves heridas a quince. Dos horas después se produjo el atentado en el campamento al que asistían unas 500 personas. El tirador iba armado disfrazado de policía y mató a 69 jóvenes e hirió a 33. El responsable fue Anders Behring Breivik, un activista de ultraderecha de 32 años y lo hizo para protestar contra “los marxistas culturales que estaban permitiendo que Europa fuera colonizada por el Islam”. Tras el juicio, el 24 de agosto del 2012 fue considerado culpable y recibió una sentencia de 21 años de prisión.

-La otra película. El filme ha coincidido en el tiempo, casualmente, con otra película sobre el mismo suceso, 22 de julio, dirigida por el prestigioso Paul Greengrass (El mito de Bourne, United 93), producida por Netflix. Esta plataforma la estrenó a nivel mundial el pasado 10 de octubre.