CRÓNICA

Rodrigo García vaga por el espacio

El director, referente de la escena alternativa, presenta su nuevo espectáculo, 'Enciclopedia de Fenómenos Paranormales Pippo y Ricardo', dentro del Festival Grec

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Manuel Pérez i Muñoz

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La sombra de Rodrigo García es alargada. Durante décadas, incluso hoy, numerosos creadores situados fuera de las convenciones del teatro ortodoxo han imitado su forma de crear, esa particular atomización de los lenguajes del teatro explotados en paralelo. Incluso ha creado escuela con esa gruesa ironía discursiva que sube al cielo de lo trascendental para justo después revolcarse en el fango de la cotidianidad. Se espera mucho de él y por eso su última creación, 'Enciclopedia de Fenómenos Paranormales Pippo y Ricardo', reunió como público en el Festival Grec a una buena representación de eso que ahora llamamos 'escena híbrida'. Su provocación esta vez también generó discordancias, aunque bastante menos efervescentes que las que acabaron por prohibir, hace más de una década, la muerte en directo de ese famoso bogavante que acabó transformado en el icono de los 'Radicals' del Lliure de Rigola. 

Ensayo de fenómenos paranormales

Siempre inquieto como corresponde, el creador argentino instalado en España ha contado para su última creación con sus dos actores de referencia, Gonzalo Cunill y Juan Loriente, un guiño a su universo autorreferencial que últimamente parece en transición hacia algo más abstracto y sideral. Asentado en un ensayo sobre fenómenos paranormales de Charles Fort, que más parece una excusa que un motor, el espectáculo se divide en dos partes, una de carácter más visual, performativa y musical (con densos toques de electro-cumbia), y una segunda casi estática con los actores dando cuerpo a los textos. 

En el discurso plástico de los primeros minutos ya no se navega entre lo culto y el pop, y hasta comienza a imperar la tontería gratuita que ya vimos en el 'Evel Knievel contra Macbeth' que pasó por Madrid. Actores revolviendo un escenario lleno de trastos de 'camping' y otros deshechos diversos, objetos imposibles con sonidos molestos, vídeos llenos de impostura cuando no imágenes denigrantes contra el cuerpo de la mujer. Antes de llegar a la segunda parte, las deserciones en la platea ya habían sido sonoras. Cuando por fin los intérpretes se ponen recitar el tedio se calma un poco. No se puede negar el gancho de García a la hora de crear con sus escritos imágenes potentes y reflexiones de calado. Pero en este caso, sus palabras no azotaron en presente ni sacudieron la platea. En su deambular sideral, echamos en falta un planeta sobre el que aterrizar.