CRÓNICA
Def Leppard, cuando el heavy metal era pop
El grupo británico cerró con sus éxitos de los 80 la sexta edición del Rock Fest, que registró una cifra de asistencia global récord, con más de 80.000 personas
El canon metalero se ha extremado tanto que lo que hace 30 años nos parecía ‘heavy’ hoy es simple y llana música pop. Metáfora extrapolable al mundo, quizá. Una conclusión extraíble del concierto de Def Leppard, este domingo en la jornada final del Rock Fest, donde el grupo británico se dedicó, como suele hacer, a celebrar su colección de ‘hits’ asociados a una era, los años 80.
Def Leppard recordó que siempre ha sido una panda de estetas, con las producciones más sofisticadas y escenografías tecnológicas: fueron pioneros en el uso del láser en el rock duro, efecto que en Can Zam recuperaron con toda su variedad cromática. Joe Elliott y compañía siguen teniendo tirón, como viene a indicar la cifra de asistencia del domingo, la más alta de las cuatro jornadas del festival, 22.341 personas según la organización. Este sexto Rock Fest bajó la persiana con una cifra global récord, 80.394 personas, unas 5.000 por encima del año pasado (en que contó con tres fechas), y ha anunciado su primer nombre para el 2020, la banda alemana Accept. Edición en la que volverá a durar tres días.
Doble de azúcar
El pórtico pregrabado de ‘Personal Jesus’, de Depeche Mode, dio paso a un arranque a golpe del multimillonario álbum ‘Hysteria’ (1987), el más citado de la noche (seis de las 16 canciones), con ‘Rocket’ y ‘Animal’ a discreción, envueltas en sus coros AOR y sus guitarras procesadas. Dando una de cal y una de arena, basculamos entre el ‘hard’ primerizo de ‘Let it go’ a la balada con doble de azúcar de ‘When love and hate collide’. Al lado de este cronista, un susurro: “Mónica Naranjo es más ‘heavy’ que esto”. Impresión acentuada con el fraseo súper-pop de ‘Armageddon it’.
Pero Def Leppard siempre tuvo ese fondo melódico que, si bien se acopló a la radiofórmula de su tiempo, la ’era MTV’, hundía raíces en T. Rex, The Sweet o el Bowie clásico (al que evocaron con una pincelada de ‘Heroes’ en el tramo final de ‘Hysteria’, con imágenes históricas en la pantalla, incluido el llorado guitarrista Steve Clark). ¿Hay que apedrearlos por ello? La etiqueta ‘stadium rock’ se inventó para artefactos como la ‘power ballad’ ‘Love bites’ o el estribillo ritual de ‘Rock of ages’, que alimentaron un guion muy atado a los éxitos. Ahí podría haber motivo de desilusión de los fans más históricos, que quizá nunca volverán a escuchar en directo canciones apreciadas como ‘You got me running’, ‘Die hard the hunter’ o ‘Foolin’.
Pero pudieron disfrutar con la secuencia de ‘Bringin’ on the heartbreak’ y la instrumental ‘Switch 625’, licencia con el pasado más profundo que conserva su plaza en el ‘setlist’, antes de que los ‘hits’ se lo llevaran todo por delante en el parque de Can Zam: de ‘Put some sugar on me’ a ‘Photograph’, con Marilyn Monroe en el subtexto como vibrante carta de despedida de este Rock Fest
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