CRÓNICA

Kylie, el pop en mayúsculas y entre signos de admiración

La veterana australiana se marcó un emotivo festival de 'hits' como cabeza de cartel del Cruïlla

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Juan Manuel Freire

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En su reciente debut en Glastonbury, Kylie Minogue no fue cabeza de cartel, sino que actuó a media tarde del domingo, en la franja conocida como 'legends'. En el Cruïlla, sin embargo, recibió todos los honores dignos de una estrella (todavía relevante, todavía inquieta) y protagonizó una fiesta nocturna en el escenario más grande del festival. Después de su pase íntimo en Bikini de marzo del 2018 (800 personas en el público), un regreso a lo grande, con disco de éxitos bajo el brazo y mucho más sentido del espectáculo.

Como ambientación, sonó por los alto parlantes el 'Never gonna give you up' de Rick Astley, otro antiguo alumno de los productores Stock Aitken Waterman. Lejos de cualquier clase de remilgo o remordimiento, Minogue abraza y celebra su pasado como maniquí del pop de cadena de montaje: de la churrería SAW podían surgir estribillos fácilmente intercambiables, pero también chispazos de magia y hasta canciones perfectas.

El sábado cantó, ¡con la misma voz de hace tres décadas!, algunas de ellas, empezando por 'I should be so lucky', en la que sus bailarines deletrearon su nombre con letras gigantes, y siguiendo algo más tarde por una exultante 'What do I have to do' cosida con 'Never too late'. El viaje en el tiempo no fue cronológico. Kylie alternó con libertad entre todas sus épocas, estableciendo conexiones entre el (súper) pop de los 80 y las reinvenciones cibernéticas o neo-disco de épocas posteriores; transformaciones que ella ha emprendido siempre con una extraña elegancia, sin subirse a las modas a la desesperada.

A dúo con una fan

Dividido en bloques temático-estéticos, el concierto tuvo una parte 'berlinesa' en la que Kylie bailó 'Je ne sais pas pourquoi' y 'Hand on your heart' (su mejor tema de la época SAW) con un sosias del legendario artista de performance Klaus Nomi. Otra parte estuvo marcada por los relojes, en referencia a la voluntad de volver atrás en el tiempo de su último disco (recopilatorio) y esta gira veraniega. Pero no fue aquí donde hizo 'Step back in time'. Prefirió acelerar 'Slow', con el riff del 'Fashion' de Bowie incorporado; decelerar 'Confide in me', trasladada de la cyberdelia a una especie de synth-rock tormentoso, o restar algo de futurismo a 'Can’t get you out of my head'.

Una parte, digamos, 'romántica' incluyó más guiños a los 80 (o primerísimos 90): 'Especially for you' sin Jason Donovan y popurrí de 'Shocked', 'Step back in time' y 'Better the devil you know', la canción que convenció a Nick Cave para pedirle a Kylie un dueto, 'Where the wild roses grow', cuyo estribillo entonó anoche la artista con una joven fan, Laia, invitada a subir al escenario. Laia contó algo íntimo a Kylie y Kylie prefirió no contárnoslo. Emoción total. 

En la recta final, cero baladas, mucho baile: 'The loco-motion' (con un 'choo-choo, beep-beep' muy 'Bad girls' de Donna Summer), 'All the lovers', 'Dancing' y 'Spinning around' sembraron los últimos desenfrenos entre explosiones de confeti y corrientes de amor bidireccionales.