CRÓNICA

Garbage, la rabia a medio gas

Un sonido poco potente y un repertorio discutible estropearon el retorno del icono grunge-pop a Barcelona

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Juan Manuel Freire

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Una fiesta no puede ir a menos, debe ir a más, al menos hasta que se acerque el amanecer. Tras el sonido alto y depurado de Vetusta Morla, el de Garbage se presentó bajo y confuso, muy diferente al de esos primeros discos producidos con mano maestra por Butch Vig, quien, por cierto, causaba baja por enfermedad (tocó la batería Matt Walker).

La fiesta tampoco iba a ser la gran fiesta porque, al contrario que el año pasado, el icono grunge-pop ya no está tocando íntegro 'Version 2.0' por el 20º aniversario de su publicación. Muchos de los hits del álbum se cuelan en el repertorio, empezando por 'Temptation waits' y siguiendo por 'Dumb', 'Special', 'I think I'm paranoid' o 'Push it', pero Garbage también quieren recordar que han tenido una carrera en el siglo XXI. Y suenan (como las buenas, sin mucho volumen ni definición) 'No horses', 'Blood for poppies' o 'Why do you love me', que no aguantan la comparación con los clásicos.

Su cantante Shirley Manson, sea como sea, estuvo bastante encantadora en todo momento, contando historias sobre la amante española de un ex, agradeciendo la constancia de los fans ("que estuvieron ahí cuando ya no éramos el sabor del mes") y recordando que 'Cherry lips' (no de los 90, pero realmente buena, algo así como un cruce soñado de Madonna con Veruca Salt) fue compuesta para sus seguidores de la comunidad LGBTQ.

Para la próxima vez, volumen ensordecedor, mejor mezcla, algo más de ganas y el bueno de Vig. Será la forma de mantener a esos fans tan constantes.