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'Irish Celtic Spirit of Ireland': la gran fiesta del baile y la música de Irlanda

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Eduardo de Vicente

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Irlanda es un país apasionante, repleto de historia y cultura y sus habitantes son gentes con ganas de disfrutar de la vida pese a que, demasiadas veces, todo ha estado en su contra. Quienes deseen conocer más a fondo su carácter, tradiciones y costumbres pueden pasarse por el Teatre Coliseum donde se representa, hasta el domingo que viene, Irish Celtic Spirit of Ireland, un espectáculo en el que brillan la música y el baile de este paísIrish Celtic Spirit of Ireland a cargo de una docena de bailarines y cinco músicos en directo que levantan pasiones.

El escenario recrea un típico pub irlandés, como los que podemos disfrutar en Barcelona, con su barra, sus taburetes, montones de botellas y barriles de cerveza Guinness. Los músicos se sitúan al fondo a la derecha y sobre ellos se encuentran tres plafones blancos donde se proyectarán diferentes imágenes. Un hombre ya entrado en años será nuestro maestro de ceremonias y, en un castellano algo atropellado, nos avanzará los números que iremos viendo y nos contará las peculiaridades de su pueblo. Es Toby Gough, el narrador, que finge ser el dueño del establecimiento y nos explica que, para ellos, el pub es un símbolo nacional, como una iglesia a la que acuden todos los días.

Ritmo, taconeo y energía

El primer número es espectacular, con toda la compañía en plena animación y descubrimos que no se trata de una obra de teatro sino que tenemos el privilegio de compartir una auténtica fiesta irlandesa. Enérgicas coreografías con predominio del virtuoso taconeo y un ritmo contagioso. Hay canciones típicas que son interpretadas por un guitarrista solista o toda la banda, en la que también figuran una violinista, un pianista y un acordeonista. Pero lo que más sorprende es el uilleann pipe, un instrumento irlandés parecido a una gaita que también tiene un número para mostrar sus cualidades.

La mínima trama que nos explica Toby se centra en los problemas de su hijo, que aún no ha encontrado pareja y hasta que no tenga descendencia no podrá cederle las llaves del pub. El chico nos sorprende ejecutando un baile con una escoba, como hacía Fred Astaire en Bodas reales, pero con un estilo muy distinto con aroma irlandés. Se trata de una danza tradicional que, al parecer, está desapareciendo con la llegada de nuevos movimientos y que hay que preservar.

De la Irlanda mágica al Titanic

El presentador lleva siempre alguna bebida en la mano, bien sea cerveza o whisky (incluso invita a algunos espectadores a probarlo) y, gracias a sus efectos, transporta a su hijo (y a todos nosotros) a algunos pasajes de la historia de Irlanda marcada por un pasado mágico (hay una escena con las chicas vestidas de lila en que parecen hadas) pero también por la lucha contra los invasores (representada por una danza masculina con mucha fuerza que, en algún momento, puede recordar a las hakas maoríes). Las frases irónicas contra los ingleses se suceden durante todo el montaje.

La historia prosigue en el siglo XIX con la hambruna, que obliga a emigrar a los irlandeses por todo el mundo, y recuerdan su tierra con una nostálgica canción tradicional, así como a sus nombres más destacados como los escritores Samuel Beckett, James Joyce, Oscar Wilde o el líder revolucionario Michael Collins. El siguiente número nos transporta al Titanic, el tristemente célebre trasatlántico construido por irlandeses, y el equipo recrea una de las danzas que bailaban los irlandeses que viajaban en tercera clase y que, inevitablemente, nos recuerda a la escena de la película en la que el romance entre DiCaprio y Winslet empieza a nacer. Eso sí, aseguran que lo peor del filme fue tener que soportar la canción de Celine Dion…

Duelos, retos y canciones sin instrumentos

Tras una pausa de un cuarto de hora se inicia la segunda parte con otro movido número de baile por parejas que levanta a los espectadores de los asientos. Más tarde, las chicas aparecen con camisas anudadas y vaqueros para demostrar de lo que son capaces. Otras de las escenas más memorables son el duelo entre dos hombres por una mujer con algunos pasos casi casi de ballet clásico, la competición entre bailarines que se retan y que contrastan el estilo tradicional con el moderno (el público debe decidir quién sale ganador) o la canción a cappella que interpretan los músicos.

Son poco menos de dos horas que se viven como una celebración de la vida (y el alcohol) y que nos hacen sentir que hemos estado en Irlanda durante un rato, hemos descubierto a sus gentes, nos hemos emocionado con sus canciones y vibrado con sus contagiosas danzas. Un divertido viaje a esta maravillosa isla sin necesidad de salir de Barcelona.