ENTREVISTA

Julio Manrique: "'Jerusalem' es un grito salvaje de libertad, un cuento punk"

El director estrena este lunes en el anfiteatro del Grec 'Jerusalem', un texto monumental del británico Jez Butterworth

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José Carlos Sorribes

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El sol quemaba en el anfiteatro del Grec el viernes por la tarde mientras los técnicos montaban la escenografía. El ayudante de dirección, Xavi Ricart, ya se hacía a la idea de que habría que retrasar el ensayo posterior con los actores. "Si no lo hacemos, no llegan a las nueve", le comentó a su ‘jefe’, Julio Manrique, que llegaba sudoroso para ultimar su debut como director en el Teatre Grec. Un espacio tan monumental como la obra que pilota: ‘Jerusalem’, del británico Jez Butterworth. No es una etiqueta gratuita. Desde que vio la luz en el Royal Court de Londres en el 2009 ha coleccionado una ristra de premios en el West End y en Broadway. El director, muy ilusionado ante el estreno de este lunes y las tres funciones hasta el miércoles, lo corroboraba con una catarata de elogios.

"Es un ‘obrón’. Enorme, divertidísima, épica, apela a la magia… También es políticamente incorrecta, con ese humor salvaje de ‘Little Britain’ y con el vuelo de una comedia de Shakespeare de nuestros días".

¿Con qué obra la compararía?

Es un contundente ‘pack’ propio de textos como ‘Incendis’. No tiene nada que ver con el género, ni con sus líneas temáticas, pero sí en cuanto a que es un texto contemporáneo con el grosor de los grandes clásicos.

Una muestra más de que la dramaturgia anglosajona es un espejo en el que mirarse.

Es que tienen una tradición muy potente. Siempre me gusta citar a alguien que me dijo una vez que los americanos han hecho las mejores películas porque también han hecho las peores. Igual es tan simple como eso. Cuando el nivel de producción es enorme implica que aparecen muchas cosas sin interés y, de vez en cuando, una gran perla.

¿Cuándo tuvo conocimiento de ‘Jerusalem’?

Leí la obra cuando era director del Romea y sabía que su estreno en Londres había sido un petardazo. También cuatro cosas de Butterworth, uno de los autores ingleses más prestigiosos. Leí una traducción de trabajo, no demasiado buena, y me pareció alucinante e imposible.

"El Grec es técnicamente complicado, pero en cambio es un lugar de una potencia mágica. El material ha de entrar en armonía con el espacio"

¿Y eso? ¿Por qué motivos?

Entonces estábamos en plena crisis. Me pareció imposible poder montar algo tan grande, con 14 personajes… Pasados unos años, Pere Arquillué vino con un texto bajo el brazo. Era ‘Jerusalem’.

Ya es casualidad.

A Pere le había hablado Pau Roca [también actor] del texto. Nosotros dos nunca lo habíamos hecho antes. Me explicó que había una obra que le encantaría hacer. Y es que el protagonista está casi escrito para él.

¿No le pasó por la cabeza ser usted el protagonista?

No. Porque me faltan años y muchas otras cosas que sí tiene él. Su cuerpo, voz, alma y su capacidad de jugar para construir el personaje.

Si la obra es inmensa, aún es más complicado montarla en un teatro al aire libre con dos mil butacas…

Sí, ‘això caga’. El Grec es técnicamente complicado, pero en cambio es un lugar de una potencia mágica. El material ha de entrar en armonía con el espacio.

¿El de ‘Jerusalem’ lo permite?

Toda la función ocurre en un claro de un bosque. Bajo las estrellas, al aire libre, con tanta gente en las gradas… Nos complicamos la vida, pero si lo sacamos adelante puede ser muy bonito.

"La obra se desarrolla a lo largo de un día de una feria de un pueblo del sur de Inglaterra, cerca de Stonehenge, que es una tierra telúrica"

Una gran obra con un gran personaje. Al protagonista se le define como un Falstaff contemporáneo.

Johnny Byron, 'el Gallo', vive como un okupa en una caravana en el bosque. La obra se desarrolla a lo largo de un día de una feria de un pueblo del sur de Inglaterra, cerca de Stonehenge, que es una tierra telúrica, mágica. Alrededor de él se concentran los adolescentes del pueblo porque les pasa droga y montan allí unas ‘raves’ delirantes. Se lo pasan en grande y son libres.

Lo de políticamente incorrecta y salvaje que decía al principio parece claro.

También es un personaje muy molesto para el pueblo y lo quieren echar del bosque para construir una urbanización. La obra mezcla muchas cosas. Al margen de los jóvenes también hay otros personajes estrafalarios que le visitan. Él es muy humano, porque es patético, insolente, borracho, agresivo por momentos. Siempre muy carismático.

"La obra pivota alrededor de un personaje gigantesco que pide un actor gigante. Parece que esté escrita para Pere Arquillué"

Vamos, que un actorazo como Pere Arquillué puede cansarse de recibir reconocimientos.

Ahora mismo él no está pensando en ganar ningún premio (risas). Pero sí, es un superpersonaje, aunque es una obra de aquellas en la que todo el mundo tiene su momento. Pivota muy claramente sobre un personaje gigantesco que ha de interpretar un actor gigante.

Si llegó con la obra bajo el brazo, no le habrá tenido que dar muchas indicaciones…

Pere ha trabajado como un mulo y se ha comportado como un protagonista de ‘chapeau’. Me tiene fascinado y a sus pies. Ha hecho de capitán de la tropa y ha sido supergeneroso. Sin él, hubiera sido imposible poder hacerlo.

¿Queda sitio para que el director deje su huella en una pieza de este calibre?

Nunca me planteo las direcciones desde el punto de vista de dejar mi sello, sino con la idea de ver a qué conclusiones llego. Algunas las intuyes antes de empezar y otras, sobre la marcha. Siempre persigo el objetivo de explicar lo mejor posible la función. Inevitablemente, dejas tu huella plástica, musical, pero procuro establecer una relación lo más pura posible con la historia que explicamos. Y un director tiene dos responsabilidades: elegir un buen texto y armar una compañía para explicarlo. Hemos hecho un ‘casting’ espléndido con una mezcla generacional preciosa.

¿Cómo cree que se irá el espectador a casa?

Espero que con la sensación de haber asistido a una celebración de la vida. ‘Jerusalem’ es un grito salvaje de libertad, un cuento punk y mágico. También una obra romántica, un relato de piratas, con el latido de poetas como William Blake. En uno de sus poemas está el origen del título.