CRÍTICAS DE DISCOS
Thom Yorke, enamorado de la distopía
J. Bianciotto / J. M. Freire / R. Roca / I. Fortuny
Thom Yorke, con aspecto envejecido y asustado, la pupila izquierda medio caída y un andar de zombie, se mueve a trompicones desde el subsuelo de la gran ciudad hacia un paisaje desolado, donde el ser humano parece haberse convertido en una especie de máquina con patas que esboza siniestras coreografías. Es el mundo de ‘Anima’, el cortometraje de 15 minutos que acompaña a ‘Anima’, el álbum, y pone imágenes a su imaginario de ensueño, moviéndose en equilibrio entre la belleza y el terror.
Después del goteo de lanzamientos en solitario de distinto signo (el más reciente, la banda sonora de ‘Suspiria’, lanzada el pasado octubre), ‘Anima’ irrumpe como una obra con entidad, más que como experimento u ocurrencia menor, y abre horizontes sustanciosos para Yorke en su andadura paralela a Radiohead. En tiempo de ensayos en torno al objeto discográfico, doble apuesta: por el formato digital (la edición física no llegará hasta el 19 de julio) y por el diálogo con un filme, el de Paul Thomas Anderson, director de ‘Magnolia’ y de videos para Joanna Newsom, Fiona Apple o los mismos Radiohead.
En estado catatónico
‘Anima’ maneja material que, ha apuntado el mismo Yorke, viene con un recorrido: algunos de esos temas ya sonaron en el Sónar-18. Composiciones que se suceden sin alzar el tono y donde la procesión va por dentro, a través de planos sonoros abstractos, sujetos siempre a parámetros melódicos definidos, donde la voz discurre entre adormecida y catatónica, sobrevolando capas y capas de sonidos y ‘beats’ microscópicos. La proa la pone ‘Traffic’, con inquietante su ‘loop’ de saxo digno del Bowie de ‘Blackstar’, y un texto desquiciado: “No puedo respirar / No hay agua / Salto libre / Foie gras / Una pared de ladrillo / Eres libre”.
Thom Yorke, en tándem con el cómplice habitual Nigel Godrich, parece haber querido confeccionar la banda sonora de un mundo que da miedo, por el presente y por lo que pueda llegar a ocurrir. Pero la idea de una civilización colapsada no hace de ‘Anima’ una obra oscura, sino más bien situada en un hermoso limbo mental, allá en el sueño de los justos. Los monstruos de la imaginación pueden ser fascinantes, y Yorke se deja enamorar por ellos fundiendo su falsete con ritmos de autómata en ‘Twist’, hablando consigo mismo sobre un mantra monocorde en ‘Dawn chorus’ y entregando un maquiavélico fundido a negro en ‘Runwayaway’.
Obra aventurera pero, después de todo, circunscrita a canciones, que sugiere puntos de contacto con la sonoridad contemporánea de Radiohead pese al déficit de guitarras, ‘Anima’ viene a hablarnos de soledad, alineación e incomunicación de un modo que quizá nos hará desearlas. Como el deshumanizado futuro que retrataba ‘Blade runner’, tan hipnótico él. Música despierta para retratar un mundo que, a ojos de Thom Yorke, camina tontamente hacia el apagón. - Jordi Bianciotto
OTROS DISCOS DE LA SEMANA
La australiana Harriette Pilbeam, alias Hatchie, hace canciones pop como casi ya no se hacen: desvergonzadamente románticas, envueltas en flou idealista y con estribillos que no son una sola frase repetida. Si adoras a CocteauTwins, The Sundays o los New Order de la época 'Republic', este podría ser tu disco del 2019. - Juan Manuel Freire
El exbatería de Wynton Marsalis, grande entre los percusionistas de Nueva Orleans, lidera un joven quinteto que hace bueno el título del disco. 'Perpetual optimism' ofrece lo que promete: música clara, directa y contagiosa que parece la mar de fácil pero tiene mucha miga. Y Riley es, además, un compositor con gancho. Mucha clase. - Roger Roca
Gucci Mane firma un álbum versátil. El estadounidense introduce matices en su sonido trap y viaja a la suavidad del R&B apoyado en colaboraciones -Jeremih, Navé Monjo e, incluso, Justin Bieber-. También hay una breve incursión del trap latino con Anuel AA. Su cara más 'gangsta' la muestra en sus temas en solitario ('Bottom') o rodeado de figuras del rap como Meek Mill, Lil Uzi Vert o Lil Baby. - Ignasi Fortuny
Siete años después de su refrescante debut, ahora sin aquella Banda Municipal, la asturiana que introdujo la canción popular en el paisaje ‘indie’ vuelve con un repertorio cálido, de arreglos sencillos y luminosos, con costumbrismo, magia y rimas acusatorias: oigan ‘Si tú eres mi hombre’, denuncia de los amores tóxicos. - J. B.
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