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Una exposición reproduce 200 maquetas de inventos ideados por Da Vinci

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Eduardo de Vicente

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Leonardo da Vinci fue uno de los grandes artistas del Renacimiento, el creador de la célebre Mona Lisa y del no menos famoso cuadro de La última cena, popularizado por la novela El código Da Vinci, de Dan Brown. Pero, más allá de su conocida obra pictórica, era un auténtico genio multidisciplinar avanzado a su época, un inventor que también fue arquitecto, científico, ingeniero y urbanista, entre muchas otras facetas. Ahora que se cumplen 500 años de su muerte, una espectacular exposición nacida en Bélgica intenta explicar sus múltiples facetas por medio de unas 200 cuidadas reproducciones de sus prototipos que fueron precursores de futuros objetos cotidianos.

Esta muestra puede verse en la Cupula Events, en lo alto del Centro Comercial Arenas donde, además, se encuentra una terraza circular que ofrece unas espectaculares vistas de la plaza de España, los palacios de Montjuic y alrededores. El recinto es amplio y tiene mucha luz natural. En la entrada se destacan las características de este personaje mítico con un autorretrato y el famoso dibujo del Hombre de Vitruvio para luego repasar su juventud en Milán y su formación pictórica. En estos primeros apartados pueden verse algunos de sus esbozos, unos libros en miniatura y algunos de los elementos que se repiten en esta exposición, unos mecanismos que se pueden manipular (no todos, solo los que están en la parte central de las salas).

La guerra y la mecánica

Da Vinci fue un estudioso del arte de la guerra y a ella se dedica el siguiente espacio compuesto por armamento y máquinas que harían las delicias de los creadores de Juego de Tronos: escaleras de asalto, artilugios para rechazarlas, barcos con cañones, acorazados, torres de asalto, ballestas o un invento para lanzar varias simultáneamente, un cañón múltiple en forma de abanico, morteros y hasta unas versiones primitivas de una ametralladora o un tanque. Lo dicho, que se adelantó a todos.

El siguiente bloque enseña sus trabajos en mecánica y engranajes como reguladores de velocidad, martillos de forja, cadenas de transmisión, rodamientos de bolas, ruedas dentadas dobles, una máquina elíptica y ¡hasta un gato para levantar pesos!... y eso que aún no se habían inventado los automóviles. Junto a ellos pueden verse también los esbozos de algunas de estas obras.

Antes del coche y del helicóptero

Las máquinas relacionadas con el agua incluyen esclusas y excavadoras pero lo que más sorprende son los puentes, originales y muy futuristas. Si los viéramos ahora en cualquier ciudad hasta nos parecerían modernos. La construcción fue otra de sus aficiones con sierras hidráulicas, una sorprendente escalera que gira sobre su propio eje, sistemas para elevar columnas o un carro dirigido, claro antecedente del coche.

Entre los objetos sobre medición figuran el anemómetro, el odómetro (para calcular la distancia recorrida), formas geométricas, un reloj o la cámara oscura, que se anticipaba a la fotografía. Pero también hay ingenios sobre el aire, un primerizo aire acondicionado, un grill, una muela que se mueve con el viento, o las primeras alas deltas. Hasta un prototipo de helicóptero… ¡Asombroso!

También algunos de sus cuadros

El penúltimo apartado se ocupa de otras herramientas mecánicas como un tambor mecánico, una prensa de imprenta, unas grúas de catapulta o un sistema de poleas. La última estancia está destinada a reproducciones de sus cuadros más famosos, es decir, La Gioconda, La última cena La dama del armiño. Al final, se pueden adquirir en la tienda tanto las habituales tazas con sus cuadros como, lo mejor, unos pequeños kits de construcción para reproducir algunas de sus maquetas.

Una pequeña muestra sobre Andy Warhol

Justo al lado también se ofrece una miniexposición sobre Andy Warhol y el Pop Art (se paga aparte) pero es muy pobre. Tan solo muestra reproducciones de los retratos de Mao Tse Tung, el Che, las sopas Campbell, diversas flores, tres cuadros de Roy Lichtenstein, la serie de ocho imágenes de Marilyn Monroe y diez de una silla eléctrica en diferentes tonalidades. Y se acabó, no hay nada más...

Parece mentira que una exposición tan interesante, que procede de Bélgica y ha sido un éxito en todas las ciudades que ha visitado, esté pasando desapercibida en Barcelona. Casi nadie se ha enterado de que existe y es que sus responsables parecen haberse centrado en promocionarla entre los turistas y han olvidado al público local. Las explicaciones de las maquetas tienen traducción en castellano y catalán pero los videos, no. Ni siquiera disponen de un dossier de prensa y las guías explicativas para colegios están en francés e inglés. Resulta increíble pensar cómo alguien puede gastarse tanto dinero en fabricar un sinfín de artilugios y no dedicar una partida a darla a conocer en la ciudad donde se exhibe.

Pese a todo, la recomendación es que no hay que perdérsela, es muy atractiva, sorprendente, muy completa y una oportunidad única para descubrir que Leonardo Da Vinci era mucho más que el autor de la Mona Lisa, mucho más que el que escondía mensajes ocultos en sus cuadros. Era un genio precursor, el Julio Verne de los inventos. ¿Qué estaría tramando ahora en plena era de Internet?