CRÍTICA DE DISCOS

The Divine Comedy, al servicio del arte pop

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J. Bianciotto / R. Roca / J. M. Freire / I. Fortuny

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Era prematuro situar a Neil Hannon en la casilla del ejercicio de estilo, en la eterna recreación del clasicismo pop. Sigue siendo un creador dado al golpe de volante y a la sacudida, siempre manteniendo vivo su don para la melodía mayestática pero prestándose a la aventura, a la expansión de sus propios límites y a la diversión. De esto último hay en abundancia en ‘Office politics’, osado doble álbum con fondo narrativo común, en torno al mundo laboral, su entramado de relaciones humanas y su tendencia a la mecanización.

The Divine Comedy nunca ha sido un grupo de pop más, y ni siquiera su adscripción mediática, en los 90, al imaginario ‘Brit’ ordinario era sólida: ‘Liberation’ (1993) y ‘Promenade’ (1994) presentaban a un creador de canciones que iba por libre, un romántico que construía artefactos melódicos evocadores con guiños a otros tiempos, encantado de dejarse iluminar por el joven Scott Walker y por el pop europeo, por Burt Bacharach y por Michael Nyman. Pasado tanto tiempo desde entonces, da la sensación de que Hannon sigue emocionándose haciendo canciones y probando nuevas ideas, a veces estrambóticas, como las plasmadas en ‘Office politics’, su obra estilísticamente más sorprendente.

La amenaza maquinal

Alejándose de los cuentos de hadas y de las fantasías literarias, Hannon trenza una especie de musical teatral sobre la cotidianidad del puesto de trabajo, reflejando comportamientos innobles, episodios de estrés, brutalidades jerárquicas y amenazas tecnológicas con fino humor y valiéndose de una amplísima variedad de recursos musicales. Es el álbum más diverso de The Divine Comedy e incluye secuencias que hacen arquear las cejas. No tanto el cómico swing acusatorio de ‘Queuejumper’, que abre el disco, sino, sobre todo, la entrada en escena de la electrónica y de los sonidos de sintetizador como metáfora de las amenazas que se ciernen sobre el oficinista, texturas emparejadas a canciones de estilo libre: las zancadas glam de ‘Infernal machines’, la robótica de ‘Psychological evaluation’ o el retrofuturismo majareta de ‘The synthesizer centre super summer sale’. 

Swing y música ‘disco’

‘Office politics’ reserva esa clase de momentos aventurados, así como incursiones bien resueltas en otras estéticas: el swing de cine negro, con desenlace latino, de ‘You’ll never work in this town again’, y el resultón momento ‘disco’ de ‘The life and soul of the party’. Pero también muestras de un arte compositivo más canónico, con el alto sello del autor, a través de la manejable melancolía de ‘Norman and Norma’, el recogimiento un tanto siniestro de ‘Dark days are here again’ o la evolución dramática de ‘After the Lord mayor’s show’. Otros encuadres de un álbum que puede desconcertar al seguidor de The Divine Comedy para terminar atrapándolo, quizá, algunas escuchas después. Por Jordi Bianciotto.

OTROS DISCOS DE LA SEMANA

Cuesta de creer, pero hasta ahora no había ni un solo disco en directo en el que tocaran juntos estos tres faros del jazz contemporáneo. Y ahora que Paul Bley y Paul Motian ya no están, este concierto, grabado en 1999, tiene aún más valor. Introspección, libertad y lirismo al cubo en telepática y majestuosa sincronía. Por Roger Roca.

Todo el mundo quiere a Lil Moss. Seguramente es por su contagiosa energía positiva, como la que desprende el último trabajo del catalán, 'Titu'. En el álbum, producido entre Enry-K e Yibril Rue, Lil Moss reúne a una veintena de artistas de la variada escena urbana (Khaled, Recycled J, Don Patricio...) en lo que es una agradable fiesta entre amigos. Por Ignasi Fortuny.

Tras Dusminguet y La Troba Kung-Fú, Joan Garriga vuelve a marcar estilo como poeta y sabio de la verbena. Su nueva banda se estrena conun 'epé' de cuatro temas a través del vals jamaicano, la rumba, la polka y la intimidad fronteriza, con el acordeón por bandera, listo para encender esta noche de Sant Joan y las que vendrán. Por Jordi Bianciotto.

Después de un par de queridos ‘epés’, el cuarteto neoyorquino Crumb entrega un primer álbum de canciones indie pop falsamente lánguidas, con extraños matices psicodélicos y letras que delatan ansiedad. Música que puede servir para abstraerse, pero nunca te deja relajarte del todo. Un grupo a seguir de cerca. Por Juan Manuel Freire.