CRÍTICA DE SERIE

'Dark', nuevos viajes por el agujero de gusano

Ya hemos visto los primeros capítulos de la nueva temporada del drama de ciencia ficción de Netflix

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Juan Manuel Freire

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El socorrido recurso del "¿qué tenemos hasta ahora?", tan usado en las series policiales para resumir la trama y aclarar la mente al espectador, es especialmente necesario en 'Dark', drama de ciencia ficción en el que abundan no solo personajes y acciones, sino también versiones alternativas de dichos personajes, líneas temporales, paradojas y reflejos.

Cuando la primera serie original en alemán de Netflix llegó a nuestras pantallas, en diciembre del 2017, muchos se apresuraron a compararla con 'Stranger things', quizá por el mero hecho de presentar a un puñado de adolescentes y padres confundidos por fenómenos que escapan a su comprensión; quizá porque también se usaban linternas.

En realidad 'Dark' remitía, sobre todo, a otra clase de modelos: era una especie de híbrido entre el manido subgénero del 'niño desaparece en una comunidad con demasiados secretos' (de acuerdo, también Will desaparecía al empezar 'Stranger things') y la ciencia ficción de viajes en el tiempo, con las últimas temporadas de 'Perdidos' como probable patrón de base. El director Baran bo Odar y su coguionista Jantje Friese (quienes ya habían unido fuerzas en el 'thriller hacker' 'Who am I: Ningún sistema es seguro') venían a romperte el corazón mientras te hacían pedazos la cabeza.

Personajes memorables

Aterrizada prácticamente sin avisar, 'Dark' acabo convertida en serie de culto por cubrir, en un año sin 'Westworld', esa necesidad comunitaria de una Serie-Puzle, una obsesión que ponga a prueba nuestra capacidad para hilvanar cada detalle y nos permita dejar a alguien con la boca abierta en Reddit. Para los más interesados en los personajes, 'Dark' tenía algunos memorables, enfrentados a dramas interpersonales e interdimensionales con un atractivo estoicismo germánico. Esto tenía mucho de culebrón 'prestige'. Colores profundos no exentos de simbolismo, ritmo mesurado, dirección más cinematográfica que televisual: todo aquello ayudó a la fascinación.

'Bienvenido al futuro'

Incluso cuando no sabías muy bien dónde estabas, no podías dejar de mirar. En los momentos de confusión, confiabas en que, antes o después, algún personaje se parara a preguntar: "¿Qué tenemos hasta ahora?". Justamente lo que hace el investigador Clausen (Sylvester Groth) en el cuarto episodio de la segunda temporada, llegada este viernes a Netflix: "¿Qué opina usted de todo esto?", le pregunta a su compañero Wöller, tan confundido como él por los misterios de la pequeña localidad de Winden. "Una cueva tragapersonas, una central nuclear cuyo director claramente oculta algo, una inspectora que se esfuma en cuanto puede y un pueblo lleno de personas que se mienten, se traicionan y se engañan y cuya única preocupación es ocultar a cualquier precio lo que está pasando".

Nada mal 'recap', Herr Clausen. Pero le faltó hablar (cierto, todavía no ha llegado a descubrirlo) sobre la importancia de las diferentes líneas temporales, pasado, presente y futuro, en este caso de personas desaparecidas. Al final de la primera temporada, el joven Jonas Kahnwald (Louis Hofmann) iba a parar con sus maltrechos huesos a un paisaje posapocalíptico, donde una chica le recibía con un amable "bienvenido al futuro" y, sin embargo, luego le dejaba inconsciente. La madeja de tiempos solo se enreda aún más en los nuevos episodios, en los que además de asistir al intento de Jonas de evitar la catástrofe avistada (un poco como Número 5 en 'The umbrella academy'), observamos el origen de la sociedad secreta responsable del caos en Winden.

Neutralizar el pasado

La pregunta esencial es: ¿servirán de algo los esfuerzos de Jonas? ¿Cómo se rompe la imperturbabilidad de un universo, según la serie, predeterminado e incambiable? En un principio 'Dark' exploró la confrontación entre determinismo y libre albedrío; se preguntaba si el pasado puede neutralizarse o no solo es imposible, sino que estamos condenados a la repetición cíclica de todo lo anterior. Pero conforme avanzó la acción, se fue revelando como un deprimente ensayo sobre el eternalismo, corriente filosófica según la cual el futuro ya existe y todos los puntos en el tiempo están conectados. El pasado no se cambia, tampoco el futuro.

Seguir estirando del hilo (de Ariadna) durante mucho tiempo parece un riesgo (ya en esta segunda temporada hay que detenerse casi a cada minuto para recapitular, incluso con la ayuda de Clausen), de modo que los creadores darán punto final a la aventura con la tercera temporada, como, según dicen, siempre fue el plan. En breve empieza a rodarse y se espera que pueda verse el año que viene; nada de esperar hasta el 2021 ni mucho menos el 2052. No pasaremos demasiado tiempo en la oscuridad.