LA GRAN CITA DE LA MÚSICA Y LA TECNOLOGÍA

El Sónar de los cinco continentes calienta motores

El festival afronta su edición más global con artistas de 36 países, entre ellos figuras de las músicas electrónicas y urbanas como Underworld, Disclosure, Matthew Herbert, A$AP Rocky y Bad Bunny

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Jordi Bianciotto

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Después de los fastos del 25º aniversario, el año pasado, el Sónar sigue madurando y rejuveneciéndose al mismo tiempo, sofisticando sus contenidos y volcándose en la misión de “rastrear la cultura de los márgenes” y capturar la creatividad de las periferias. Literalmente: por primera vez, el festival acoge artistas de los cinco continentes, creadores procedentes de 36 países que darán una dimensión global a este programa que se desarrollará en Barcelona (de día en Fira Montjuïc; de noche en Fira Gran Via) del 18 al 20 de julio.

Este Sónar profundiza en la música electrónica y los géneros urbanos, y excluye esta vez a los astros pop históricos de otras veces, si bien un grupo como Underworld podría ser considerado un clásico para el público del festival. Así lo apuntó este miércoles Ricard Robles, uno de los codirectores del Sónar, en el acto de presentación en la antigua fábrica Damm. La “diversidad de discursos, lenguajes y estéticas” es un eje central de este año, así como la concentración de estrenos y exclusivas, más de 80 del total de los en torno a 140 espectáculos programados.  

Un 'brexit' inspirador

En el campo más puramente electrónico, asociado “a lo que el público más hardcore puede esperar”, destacan, además de Underworld (de actualidad por sus recientes epés ‘Drift episode’), el dúo británico Disclosure, reaparecido tras un periodo de hibernación, su compatriota Four Tet y el alemán Paul Karlkbrenner. Cerca de ahí, pero en una categoría singular, el inquieto Matthew Herbert con su Brexit Big Band, que integrará al coro de la ESMUC y que fantaseará sobre el hecho de ser británico en vísperas de la ruptura con la Unión Europea; espectáculo que cerrará el festival en el Teatre Grec. El venezolano Arca, cómplice de la última Björk, estrenará su nuevo disco, que lanzará después de verano, al que hay que sumar altas presencias como el japonés Dj Krush y el austríaco Fennesz.

Pero el área estilística que crece de un modo más estridente es la de la música urbana, la que acoge al rapero estadounidense A$AP Rocky, recreando su celebrado ‘Testing’, o al ídolo puertorriqueño Bad Bunny, que sitúa así el trap y el reguetón en la zona alta del cartel del festival. Aunque la latinidad urbana no es novedad en el Sónar: “El reguetón está presente en el festival desde que en el 2005 Diplo pinchó ‘Gasolina’, de Daddy Yankee”, recordó Robles. De ahí a otras dos figuras norteamericanas, el refinado rapero Vince Staples y un portento del trap, Lil Uzi Vert, y a este lado del Atlántico, la tradición del UK garage y el grime representada por Skepta.

Del Perú a Siria

Creadores todos ellos con los que el Sónar dice buscar “el talento que trata de salirse del molde, yendo un poco más allá del patrón de las tendencias”, señaló Ricard Robles. Ahí cabe añadir otras figuras venidas de los cinco puntos cardinales, desde los peruanos, radicados en Berlín, de Dengue Dengue Dengue hasta un nutrido pelotón de mujeres: la iraní-holandesa Sevdaliza, con su sensual r’n’b electrónico, y la surafricana Sho Madjozi, practicante de un ‘spoken word’ con ritmos tradicionales, y de ahí al techno con visiones distópicas de la tunecina Deena Abdelwahed y al inquietante minimalismo abstracto de KÁRYYN, artista siria residente en Los Ángeles.

La parcela autóctona es significativa, con 22 artistas entre los que domina la adscripción urbana, con la catalana Bad Gyal (Alba Farelo) y su ‘dancehall’ situado en la lanzadera internacional y figuras del trap como Cecilio G., “rey del Bogatell”, y el granadino Dellafuente. Y atención a propuestas que pulverizan los géneros, como la de Virgen María, alias de María Forqué (hija de la actriz Verónica Forqué), con su delirante cruce de grime y hardcore techno, y Los Voluble, amigos del Niño de Elche que empuñan el eslogan de “flamenco is not a crime”.

Inteligencia artificial

En paralelo, el Sónar +D, Congreso de Tecnologías Creativas, desplegará una séptima edición con un programa de 150 actividades que pone el acento en la formación, con actos a cargo de 200 expertos. José Luis de Vicente, su responsable, lo enmarca en la tendencia a que “las experiencias culturales sean cada vez menos pasivas y distantes” y a “reinventar formatos tan establecidos como el audiovisual, el concierto, la conferencia o incluso el teatro”. Se presentarán ‘shows’ donde intervendrá la inteligencia artificial, como ‘Proto’, estreno de Holly Herndon.

En un plano más prosaico, este Sónar maneja un presupuesto de 9.350.000 euros, un 1,7% más que el año pasado, del cual, según precisó Ricard Robles, el 78% procede de recursos propios; el 15%, de patrocinios privados, y el 7%, de administraciones públicas. De esta última partida, 320.000 euros vienen del Ayuntamiento de Barcelona, 165.000 de la Generalitat, 150.000 de la UE y 15.000 del Ministerio de Cultura. Grandes cifras para un festival que tras el salto forzoso (y excepcional) de este año al mes de julio (víctima de la llegada a la Fira del gigante textil itinerante ITMA), espera atraer a una concurrencia que, estimó Robles, se moverá en la franja de las últimas ediciones: 126.000 personas en el 2018. Público dispuesto a dar la razón a Miquel Curanta, director del ICEC (Institut Català de les Empreses Culturals), cuando este miércoles señaló que el Sónar “es un festival divertido, en el cual todo el mundo sonríe”.

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