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'Pornopop': un musical juvenil sobre el reencuentro de una banda femenina

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Eduardo de Vicente

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Pornopop es el nombre de una banda musical islandesa formada por dos hermanos de ese frío país y también el de un combo argentino liderado por Candelaria Molina. Será casualidad, pero ésta es también la denominación escogida para un simpático musical centrado en un antiguo grupo femenino que eligió también este provocativo nombre. Se trata del nuevo espectáculo creado por el músico Marc Sambola (Per si no ens tornem a veure, Artaban la llegenda del quart rei mag) y la actriz Laia Alberch (Cites, Magenta) producido por Daniel Anglés que puede verse en el Versus Glòries. Es una obra de reencuentros entre mujeres muy distintas salpicada por unas cuantas canciones y unas actrices espléndidas.

La escenografía inicial es sencilla y aprovecha al máximo las reducidas dimensiones del espacio repartida por sus cuatro esquinas y presidida por varias farolas. En una de ellas se encuentra un par de sillas y mesas como de terraza de bar, la segunda es una bañera, también hay un banco y… ¡un retrete! El guitarrista está camuflado tras una de ellas y también hay un órgano preparado al fondo.

Cinco jóvenes muy distintas

La trama arranca cuando una de ellas, la más pija y caprichosa (Maria Codony), envía una carta a sus antiguas amigas para que vuelvan a verse las antiguas componentes del grupo siete años después de su separación y comunicarles que va a casarse. En contraste, otra de ellas (Clara Solé) es un auténtico desastre, no tiene dónde caerse muerta, vive de resaca en resaca, malhumorada y con deudas; su hermana se ha convertido en monja (Blanca Guerrero) y parece casi invisible pero va ganando en protagonismo progresivamente hasta (casi) sacudirse los hábitos y la restante es mimo (Ginna Munné) y se desenvuelve en su vida diaria de esa manera en muchas ocasiones (su trabajo tiene momentos deliciosos). La quinta integrante del reparto (Iskra Bocanegra) da vida a varios personajes entre otros el de un misterioso hombre vestido con americana y corbata.

El encuentro estará repleto, como era de esperar, de reproches por enfrentamientos del pasado y se acabarán diciendo las verdades a la cara para que, como también suele pasar en este tipo de historias, un acontecimiento inesperado provoca que vuelvan a descubrir lo que las unía. Sí, quizás su esqueleto argumental no resulta especialmente original, pero la frescura y espontaneidad de sus intérpretes consigue mantenernos atentos.

Los mejores momentos del espectáculo

Durante ese trayecto viviremos algunas situaciones cómicas cómo la memorable escena del predictor, una conversación en la que Codony se expresa moviendo solo las piernas en la bañera, una caricatura masculina (en forma de amante) y también momentos de emoción como la hermosa historia de amor de la chica apasionada por la mímica. También hay mucha ironía, en especial en la relación entre dos personajes antagónicos como el de la novia, dispuesta a todo para tener una vida acomodada, y su opuesta, su antigua compañera que no tiene dinero y vive tirada en la bañera. Y también hay algún que otro giro sorpresa.

Las canciones subrayan las emociones de los personajes, sus ilusiones, sus romances pero también pueden ser explosivas como la divertidísima parodia que interpreta la religiosa cuando ya está de vuelta de todo o la que cierra el espectáculo, la punkie I don’t wanna be like you, que vendría a ser algo así como el reverso oscuro del Quiero ser como tú de El libro de la selva. Destaca también la inteligente iluminación capaz de convertir el escenario en una discoteca u otros espacios y las coreografías que se ciñen, por lo general, a pequeños movimientos sencillos pero muy eficaces.

Muchos atractivos para descubrirla

Es un montaje con varias escenas muy ingeniosas y que resulta algo perjudicado por su desenlace que resulta algo alargado (hay varios finales posibles antes del definitivo). De todas maneras vale la pena descubrir este original retrato femenino, sobre los sueños y decepciones de unas chicas con las que cualquiera puede sentirse identificado. Una obra en la que se nota mucho trabajo previo, muchos detalles muy cuidados, una música muy variada que pasa por diferentes registros y, sobre todo, un excelente elenco de actrices que se meten en la piel de sus personajes y se convierten en ellos como por arte de magia. Muchos motivos para dejarse llevar por ellas y sentirse su cómplice durante una hora y media.