ENTREVISTA

Jenny Erpenbeck: «Las prohibiciones no frenarán el éxodo de refugiados»

La escritora alemana ha ganado el Premi Llibreter 2019 con la novela 'Yo voy, tú vas, él va'

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Anna Abella

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Jenny Erpenbeck (Berlín Oriental, 1967) ha hecho del drama de los refugiados el centro de sus novelas. Con ‘Yo voy, tú vas, él va’ (Anagrama; ‘Les formes del verb anar’, en catalán, en Angle) ha ganado el Premi Llibreter 2019 en Otras literaturas, que concede el gremio de libreros de Catalunya, y que ha recogido este lunes en una gala en el Teatre Nacional de Catalunya (TNC).

Escribió la novela antes la gran crisis de inmigrantes del 2015, ¿cómo se vive desde entonces el problema en Alemania? 

En los últimos años la situación no ha mejorado para los refugiados y creo que es porque no tenemos leyes adecuadas en la Unión Europea para garantizar ese flujo y una situación estable de los refugiados por la falta de solidaridad de países como Polonia y Hungría. Seguimos sin tener una base aceptable para lidiar con ese problema y hay muchos voluntarios que siguen trabajando con refugiados pero después de tanto tiempo están llegando al límite de su aguante personal. A la vez hay un auge de los partidos de ultraderecha. Es absurdo que esos partidos estén instrumentalizando y poniendo el foco de su propaganda en el tema de los refugiados vinculándolos con el islamismo. 

¿Por qué el tema de los refugiados? 

Los refugiados y cómo una persona puede conservar la identidad individual en medio de cambios bruscos y trances en su biografía es el tema de mis novelas. Los refugiados son el gran tema de este siglo. En el 2010, cuando empecé a escribir, ya los había en las ciudades alemanas pero la gente no quería verlos, para ellos se movían en un mundo paralelo, al margen de nuestro mundo cotidiano. Y yo he querido ver el mundo desde su ángulo. 

Alemania ha visto durante la segunda guerra mundial continuos movimientos de refugiados. ¿Falta memoria?   

Desde el fin de la segunda guerra mundial, Alemania ha discutido sobre la culpa, sobre lo que no hicimos y deberíamos haber hecho, las consecuencias políticas de una estrategia que costó millones de vidas y llenó los campos de concentración y causó una guerra. Mis abuelos paternos emigraron como comunistas a la Unión Soviética, los maternos huyeron del Este de Prusia a Berlín al acabar la guerra. El hacer las maletas con muy pocas cosas y tener que empezar de nuevo casi de cero ha sido habitual en mi familia. 

"La vida de un ahogado en el Mediterráneo vale menos que la de un europeo"

¿Qué diferencia a aquellos de los de hoy?

En aquella época se cruzaban fronteras más fácilmente que hoy. Los refugiados actuales en Europa tienen muchos problemas con los pasaportes y visados porque las fronteras son mucho más rígidas para ellos y pese a ello siguen intentando llegar a Europa aunque sea a costa de hundirse en el Mediterráneo. Las prohibiciones no frenarán el éxodo porque se lanzan al mar para defender su bienestar. Y nuestra sociedad debe preparar nuevos caminos de aquí a 100 años contra las crisis venideras: ecológicas, por el cambio climático, y nuevas guerras. Hoy día, la vida humana de un ahogado en el Mediterráneo tiene menos valor que la de una vida europea. Estamos más pendientes del rescate de alguien que se ha caído a un pozo que de miles de ahogados que a nadie le importan. 

¿Habló con refugiados para la novela? 

Sigo en estrecho contacto con 10 africanos, algunos con historias tristes. Uno murió, Rashid; otro se volvió loco y está internado; a otro, mi marido y yo le hemos comprado un coche para que pueda fundar una empresa de taxis en Ghana; a otro le falta solo un 25% para obtener el permiso de residencia: necesita aprobar un examen de alemán y no lo logra porque hay conceptos que no acaba de comprender, como 'fábricas' o 'átomos', que no existen en su mundo. Quiere aprender, pero como no es menor no le dejan ir a la escuela. No tiene padres, ni forma de financiarse, ni acceso a subsidios públicos. Y mientras, ha estado cuatro años esperando sin poder estudiar.