CRÍTICA DE CINE

Men in Black: International': alienígenas e infantilismo

La película deviene algo así como una infantilización de los anteriores filmes, que poseían un sentido del humor más cínico y corrosivo que el de esta cuarta entrega

Estrenos de la semana: Tráiler de 'Men in Black international' (2019)

Estrenos de la semana: Tráiler de 'Men in Black international' (2019) / periodico

Quim Casas

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Hay sagas cinematográficas que han encontrado su punto álgido en la quinta entrega, y otras que a la tercera ya habían exprimido todo el jugo posible. Eso es lo que ocurrió con la de 'Hombres de negro', cuya tercera película, estrenada en el 2012, ya mostró síntomas de agotamiento.

'Men in black: International' cambia de personajes, aunque no de indumentaria, arsenal tecnológico y alienígenas de distinto pelaje que conviven bien o mal con los humanos en la Tierra. Ya no están Will Smith ni Tommy Lee Jones, substituidos por Chris Hemsworth –quien protagoniza un lanzamiento de martillo como guiño a su personaje de Thor en 'Vengadores'– y Liam Neeson. El equilibrio racial se mantiene con la inclusión de una muchacha de raza negra que se alista a los Hombres de Negro. Ya hay paridad, aunque la jefa de la organización, una Emma Thompson de pelo plateado, le pide que no le haga demasiadas preguntas sobre por qué siguen llamándose Hombres de Negro cuando quien manda es una mujer. Otro guiño, menor, a la transformación de M en mujer (Judi Dench) en la saga James Bond.

Presentados los nuevos personajes y superfluos conflictos, la película deviene algo así como una infantilización de los anteriores filmes, que poseían un sentido del humor más cínico y corrosivo que el de esta cuarta entrega. Hemsworth sigue haciendo más el tonto que otra cosa, riéndose demasiado de si mismo, mientras que la nueva incorporación (Tessa Thompson) pone algo de cordura en las andanzas cómico-fantásticas. Los personajes se desplazan como en un filme del agente 007, de nuevo, y hay escaramuzas –insuficientes para mantener el interés del relato– en París (donde se nos dice que el mismísimo Gustave Eiffel fue uno de los primeros Hombres de Negro), Londres, Nápoles, el desierto africano y las callejuelas laberínticas de Marrakech.