'El Estado contra Mandela y los otros': héroes en segundo plano

Mientras la vida de Nelson Mandela ha sido asunto de numerosas películas a lo largo de los años -entre ellas 'Adiós Bafana', 'Invictus' y 'Mandela: un largo camino hacia la libertad'-, el resto de activistas anti-apartheid condenados en el juicio de Rivonia (1963-64) han sido generalmente ignorados por el cine, en parte porque ellos mismos decidieron mantenerse en un segundo plano, por detrás de quien era el líder natural y mejor orador del grupo. Este documental, en todo caso, trata de arrojar luz sobre esos héroes desconocidos.

Dado que no existen documentos visuales de aquel proceso judicial, para capturar su importancia capital en la historia de Suráfrica los franceses Nicolas Champeaux y Gilles Porte han recurrido a una serie de fuentes alternativas, y en concreto han tenido acceso a las 256 horas de grabaciones de sonido que se llevaron a cabo durante las sesiones. En ellas se incluyen los testimonios de los acusados, los alegatos de los abogados y los comentarios del juez, y queda claro el contraste entre las maneras calmas y razonables de unos y los aires de superioridad de quienes tenían el propósito de aplastarlos.

Asimismo, los directores recurren a una sucesión de recreaciones animadas -densos dibujos en blanco y negro que evocan la textura del dibujo al carbón- para ilustrar no solo esos audios sino también una sucesión de entrevistas con algunas de las figuras clave de esta historia, y para poner imágenes a las circunstancias políticas que la provocaron: una minoría blanca en el poder que consideraba a los negros seres inferiores, y que estaba decidida a anular toda resistencia a cualquier precio.

En el proceso, 'El Estado contra Mandela y los otros' no proporciona información sustancial que no tengan ya aquellos medianamente interesados en la historia del apartheid, pero en todo caso su prioridad parece ser otra: dejar claro el sacrificio que los acusados decidieron asumir con el fin de convertir el juicio en un acto político y sus vidas mismas en un símbolo. Todos ellos daban por hecho que serían condenados a muerte, y habían decidido de antemano que no recurrirían la sentencia porque estaban dispuestos a morir por los ideales a los que habían consagrado sus vidas; y su actitud resulta aún más conmovedora si consideramos que por entonces ni podían imaginar que la historia acabaría dándoles la razón.