CRÍTICA

Apoteosis bachiana en el Palau

El Collegium Vocale Gent, dirigido por Philippe Herreweghe, firma una inolvidable 'Misa en Si menor'

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Pablo Meléndez-Haddad

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Aunque para algunos la 'Misa en Si menor' de Bach no tiene la unidad de, por ejemplo, su 'Pasión según San Mateo'. La verdad es que, más allá de aspectos estilísticos, esta gran misa católica es pura gloria. Las partes de la obra fueron compuestas en diferentes momentos de la vida del compositor pero, sea como sea su génesis, se trata de una obra monumental, hermosa en sus partes y su conjunto, con arias y dúos tremendamente complicados y coros trabajados a cuatro, seis y hasta ocho voces. Se sabía que el 'Kyrie' y el 'Gloria' se escribieron antes que el resto de la misa con excepción del 'Sanctus', muy anterior. Y las últimas teorías hablan de que se trata definitivamente de una compilación de fragmentos que el propio Bach habría unido al final de su vida para construir este y maravilloso enorme edificio. Lo único cierto es que el genial músico barroco nunca la había escuchado al completo.

El Collegium Vocale Gent conoce la obra en detalle y el resultado fue magnífico, en lo instrumental y lo coral

En su regreso al Palau al mando de esta maravilla, Philippe Herreweghe compareció dirigiendo con una lesión en un hombro, dolencia que no le reportó mayores problemas, aunque sí tuvo que ver con que el concierto comenzara diez minutos tarde. El Collegium Vocale Gent, en todo caso, conoce la obra en todos sus detalles y el resultado fue magnífico tanto a nivel instrumental como coral. Esto último a pesar de que no se llegaban a la veintena de efectivos, con tres o cuatro cantantes por cuerda, marcándose un 'Sanctus' tan genial como emotivo.

La lectura de Herreweghe, brillante, no exageró 'tempi' ni contrastes dramáticos, ni siquiera adoptó acentos de marcha fúnebre en el 'Crucifixus'.  Algunos de los miembros del excelente coro asumieron las partes solistas bajando en algún momento el nivel general de la interpretación (como ya viene siendo costumbre en el Palau con este tipo de compañías invitadas), con una soprano segunda y un tenor que no estaban a la altura de la complejidad expresiva ni técnica de las arias. Destacó muy por encima del resto el excelente contrarenor Alex Potter, seguido del timbrado bajo Kresimir Strazanac. La suficiencia vocal de algunos números contrastó a la excelencia de los solistas instrumentales, con una concertino, unas maderas, unas trompetas y un continuo sencillamente insuperables.