ESTRENO EN NETFLIX

El viaje de Scorsese al circo rodante de Dylan

El semidocumental sobre la gira 'Rolling Thunder Revue' abraza la libertad y el artificio de su objeto de estudio

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Juan Manuel Freire

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Ante la posibilidad de revisitar el primer tramo (otoño de 1975) de la mítica gira 'Rolling Thunder Revue' de Bob DylanMartin Scorsese no se conformó con tomar la línea recta, es decir, coger las mejores partes, quitarles el polvo e incorporar bustos parlantes con palabras amables. En lugar de eso, el maestro italoamericano, cuya carrera como documentalista bien merece estudio y reivindicación, ha conjurado el espíritu de aquel circo rodante en una película inclasificable, a medio camino entre el documental al uso, la película de concierto y una irreverente 'commedia dell'arte'. El experimento se llama 'Rolling Thunder Revue: A Bob Dylan Story' y desde este miércoles está disponible en Netflix.

Scorsese filmó por primera vez a Dylan hace más de cuatro décadas, en 'El último vals', y en el 2005 estrenó un documental sobre sus primeros años, 'No direction home', con forma de biopic lineal. Esto es otra historia.

Tampoco es que aquí se rechacen por completo contextualización y hechos históricos. Queda claro el paisaje político, económico y social en que se desarrolló la gira de Dylan por pequeñas localidades bastante ajenas al espíritu bohemio del Greenwich Village. No hacía tanto que Nixon había renunciado a la presidencia; la economía estaba en una fase desoladora, y el ánimo de los americanos, en general, se tambaleaba. Por entonces, "el rock and roll -explica Sam Shepard en la película- era una especie de medicina".

El añorado actor y escritor Shepard fue un aliado clave de Dylan en su aventura: coescribió 'Renaldo and Clara', película filmada antes y durante la gira de la que, al parecer, quedó mucho material inédito; y firmó un encantador diario de gira, 'Rolling Thunder: con Bob Dylan en la carretera' (1977). Al autobús de Dylan se subirían además Joan BaezRamblin' Jack Elliott, la violinista Scarlet Rivera y Mick Ronson (ex guitarrista de Bowie), grandes compañeros de banda, o el poeta 'beat' Allen Ginsberg, revelado en el filme como alma de la fiesta.

Filmado a menudo en planos cerrados y maravillosamente restaurado, el viejo metraje coloca al espectador en mitad de la acción, en primera fila de uno de esos conciertos en pequeñas salas y centros cívicos, o en plena vorágine de 'backstage'. Al material exhumado se unen las aportaciones personales de Scorsese, quien no contento con tener la primera entrevista grabada con Dylan en una década, se inventa otras entrevistas míticas.

Algo huele a chamusquina en las palabras del cineasta europeo al que se atribuye el metraje recuperado, un tal Stefan Van Dorp. ¿Y en serio Jim Gianopulos, actual presidente de Paramount Pictures, fue promotor de la gira? El congresista Jack Tanner, que dice que logró colarse en un concierto gracias a Jimmy Carter, era un personaje ficticio en una miniserie de Robert Altman de 1988 y lo sigue siendo en el 2019. Tampoco hay que creerse todo lo que cuenta Sharon Stone sobre su relación con Dylan, aunque su actuación sea tan buena. Entre los hechos y el mito, Scorsese prefiere este último.