REVELACIÓN

El incendio que destruyó una parte colosal de la historia de la música moderna

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Ricardo Mir de Francia

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El 1 de junio del 2008 se declaró un incendio masivo en Universal Studios Hollywood, sede de uno de los estudios cinematográficos más antiguos e ilustres del celuloide, así como del parque de atracciones consagrado a las películas y personajes más populares de Universal. La compañía dijo entonces que los daños habían sido relativamente modestos. Se quemaron atracciones como la de King Kong y viejas copias de películas y programas de televisión. Pero en ningún caso ardió el archivo musical de Universal Music ni las grabaciones originales que contenía, según dijo entonces la compañía. Los grandes medios reprodujeron la versión oficial de lo sucedido, pero ahora se sabe que aquella versión no fue más que una gran operación de relaciones públicas por parte de Universal para ocultar las verdaderas dimensiones de la catástrofe.

Ha tenido que pasar más de una década para saber qué había debajo de las llamas aquella madrugada de junio. Una investigación de ‘The New York Times’, que se apoya en documentos internos de Universal y documentos judiciales, ha descubierto que aquel día se quemó una parte muy significativa del patrimonio musical de los últimos 80 años. Una perdida que el rotativo describe como “el mayor desastre en la historia de la industria musical”. Y es que no solo ardió una parte menor del catálogo cinematográfico. El fuego calcinó también el mayor archivo que Universal Music, la mayor discográfica del mundo, tenía en la costa oeste de Estados Unidos, un tesoro con decenas de miles de másteres originales de discos y cancionessesiones de estudio nunca publicadas y pistas instrumentales de algunos de los grandes hitos de la música popular.  

Grabaciones que son el ADN de la memoria sonora del último siglo. Y que van desde las obras cumbre del jazz, a los orígenes del rock & roll, pasando por un amplio catálogo de bluesfolkpop y géneros más recientes como el hip-hop y el grunge. De acuerdo con las averiguaciones del ‘Times’, se perdieron la mayor parte de las grabaciones originales de Chuck Berry y Buddy Holly; casi todos los másteres de la mítica discográfica de blues Chess, incluyendo el trabajo de Howlin’ Wolf, Muddy Watters, John Lee Hooker, Bo Diddley, Etta James o Buddy Guy. Los registros originales de la escudería Impulse, para la que grabaron John Coltrane, Charles Mingus, Dizzy Gillespie, Art Bakley o Sonny Rollins. O los de Decca, también adquirida en su momento por Universal: Louis ArmstrongElla Fitzgerald o Duke Ellington. 

La lista de tesoros perdidos podría bastar para llenar este artículo y salpica el trabajo de miles de artistas: Ray Charles, Police, Joan Baez, Fats Domino, Neil Diamond, Mamas and the Papas, Captain Beefheart, Elton JohnEric ClaptonIggy Pop, The Eagles, Tom Petty, The PoliceNirvana, Sonic Youth, Guns & RosesEminem o Tupac Shakur. Según el inventario “confidencial” de pérdidas elaborado en su día por Universal “118.230 activos quedaron destruidos” en el incendio, una cifra que incluye “unas 500.000 canciones”. La compañía estimó el coste económico en 150 millones de dólares, pero su valor real se antoja incalculable. De los másteres se derivan todas las copias posteriores, inferiores en calidad sonora. Guardan los secretos de la grabación original y permiten a las discográficas lanzar ediciones remasterizadas. 

Desde el principio, Universal Music ocultó el desastre en su archivo musical, almacenado en el Edificio 6197 de sus estudios. “No ha habido ninguna pérdida”, le dijo uno de sus portavoces a la revista 'Billboard' negando que se hubieran quemado miles de másteres. La operación de encubrimiento tuvo tanto éxito que ni siquiera llegaron a enterarse la mayoría de los artistas afectados, muchos de los cuales se ven obligados a renunciar a la propiedad de las grabaciones originales en los contratos que firman con las discográficas. “Por entonces, en el 2008, no hay duda de que Universal Music temía el escarnio público que la pérdida podía acarrear”, escribe el ‘Times’. “Otros sugieren que le preocupaban especialmente las repercusiones entre los artistas y sus albaceas”. 

Cuando el incendio se declaró, Universal Music, ahora propiedad de la francesa Vivendi, simplemente alquilaba el espacio para su archivo a NBC Universal, su antigua matriz en Hollywood. A finales del 2009, la primera decidió demandar a la segunda alegando que descuidó la protección del almacén incendiado. Y de esa demanda empezaron a aflorar los documentos que han permitido saber que, en aquel devastador incendio, una parte esencial de la memoria musical del último siglo quedó convertida en cenizas. 

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