Opinión | OBITUARIO

Ángel Sala

Director del Festival de Sitges.

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Chicho Ibáñez Serrador: nuestros terrores favoritos

Fue un director capaz de dar un baño se prestigio al injustamente masacrado cine de terror español, un referente que iluminó a generaciones de cineastas y cinéfilos

Chicho Ibáñez Serrador, en 1982

Chicho Ibáñez Serrador, en 1982 / periodico

En mis recuerdos de infancia más remotos se mezclan carátulas dibujadas con gritos de horror de fondo donde se conjugaban, siempre según los mayores, historias para no dormir con dos rombos y voces sepulcrales. Pero también  aparece una sintonia amable, dominada por otra voz esta más cantarina y silueta de calabaza 'showman'. Ambos recuerdos, con el tiempo, descubrieron un común denominador de nombre Narciso Ibañez Serrador.

Está claro que sus 'Historias para no dormir' descubrieron a la audiencia ese mundo del terror interpretado desde nuesta más culterana españolidad, una combinación teatral pero tambien vanguardista en lo audiovisual que décadas mas tarde se disfruta con el sabor añejo del buen culto. Pero no nos olvidemos de aquel 'Un, dos, tres... responda otra vez', que Narciso Ibáñez Serrador dirigía cual 'deus ex machina', cercano pero también misterioso.

Se nos ha ido Chicho, el que nos regaló el placer del terror desde el sillón del hogar o que hizo de una calabaza un simbolo nacional, de Don Cicuta y los tacañones antihéroes de una España que descubria lujos más allá del piso o el 600, o de las secretarias enfundadas en gafas de empollonas un erotismo aceptado para familias en horas nocturnas de viernes no demasiado golfas, siempre antes que la violencia de 'Kojak' con sus dos rombos nos mandara a los pequeños a la cama. Pero se ha ido Narciso Ibañez Serrador, director capaz de dar un baño se prestigio al injustamente masacrado cine de terror español gracias a los contornos góticos con infulas británicas y corazón italiano que rezumaba la imponente 'La residencia', ejercicio de exorcismo de la represión educativa 'made in Spain' objeto de las miradas más incriminatorias de los censores de la época.

Se nos ha ido Chicho, el que nos regaló el placer del terror desde el sillón del hogar o que hizo de una calabaza un simbolo nacional

Pero no se quedó ahí y desde los confines de la época franquista lanzó a las salas una pelicula de título inquietante para los que en la epoca en que se estrenó eramos niños sin posibilidad de entrar a las salas. Me refiero a '¿Quién puede matar a un niño?', ejercicio hitchcokniano en forma y fondo, cambiando pájaros por niños pero dejando igual de inexplicado el origen de los males. Una obra maestra sin claroscuros, horror narrado bajo ese sol ardiente tan caracteristico de la España del 'boom' turistico, luz llena de sombras presente también en películas olvidadas por muchos pero nada olvidables como las estupendas 'Una vela para el diablo', de Eugenio Martin, o 'El techo de cristal', de Eloy de la Iglesia. Pero Narciso, nuestro Chicho, elevaba la obvia fábula local a categoria de emergencia universal, convirtiendo con el tiempo esta obra única en un referente mundial para el cine de género.

Chicho, el gran Ibañez Serrador, hizo nuestros sus terrores favoritas a través de un programa de cine con presentaciones a lo 'host' anglosajón (otra vez Hitchcock) que llenaron de cinefilia y cinefagia nuestras almas devoradoras de contenidos, provocando que peliculas hasta ese momento menores o de dudoso gusto fueran aceptadas al ser tocadas por ese demiurgo de la comunicación que siempre ha sido Chicho. Todo lo que he comentado, dicho y subrayado aquí tiene su sentido y máxima sensibilidad a la hora de conjugarse con la persona y el personaje, ese hombre con alma de 'showman', de humor amplio y oscuro casi negro, conversador nato y siempre agradecido y presente en sus enseñanzas como también en su influencia.

Su aura, ejemplo y energia han iluminado a generaciones de cineastas y cinéfilos; su obra cinematográfica  y televisiva ha llenado nuestros vacios de memoria, ha dado forma a sonrisas y lágrimas de nuestras vidas y, sobre todo, ha provocado escalofríos sanos y necesarios para hacer que amemos y entandamos aquello que vive en las sombras. Chicho se nos ha ido, pero es imposible perderlo porque siempre estará cuando recordemos un clasico del fantástico; vivirá en esos aparatos imposibles llamados televisores y sus derivados y, sobre todo, formará parte de nuestra memoria personal y colectiva, un rostro, voz y talento que ha ayudado a dar forma a muchas experiencias de nuestras vidas.

Ángel Sala es director del Festival de Sitges.