ENTREVISTA

Alberto García-Alix: "Trabajo con carrete porque es donde encuentro la poesía"

El introspectivo audiosivual del fotógrafo leonés 'De donde no se vuelve' inaugura el Festival de Fotografía Analógica Contemporánea Revela't

Entrevista con el fotógrafo Alberto García-Alix

Entrevista con el fotógrafo Alberto García-Alix. / periodico

Mauricio Bernal

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Alberto García-Alix, el hombre que ha fotografiado las motos, el porno y la heroína, el hombre del riguroso blanco y negro y del naturalismo, presta su introspectivo audiovisual 'De donde no se vuelve' para la inauguración oficial del Festival de Fotografía Analógica Contemporánea Revela't, que entre este viernes y el próximo 16 de junio expone en Vilassar de Dalt y Barcelona la obra de una sesentena de fotógrafos analógicos de todo el mundo. Nacido en León en 1956, el celebrado fotógrafo español habla de su momento actual, de carretes Kodak y de sus múltiples viajes.

Dígame, en su experiencia personal, ¿de qué carece la fotografía digital con respecto a la analógica?

Yo me eduqué en el analógico. Cuando yo empecé solo existía el analógico. Y cuando empezó el digital, continué con el analógico. Yo la cámara que utilizo es una Hasselblad de medio formato que me permite ver el aire. El digital no me permite ver la atmósfera, el aire, sentirlo.

Hace un rato le oí decir que lo digital le roba la fe.

Así es. Lo digital me quita la fe. ¿Sabe por qué? Porque si trabajara en digital siempre estaría corrigiendo, mirando por la pantallita, a ver los resultados. A mí me gusta del analógico el tempo que me da para soñar lo que vi, hasta que lo revelo. Ese tempo me es vital para la emocionalidad. Además me fascina la plata, todo lo que es la parte técnica. Es táctil. Huele. Ahora bien: tampoco el analógico es como era hace años.

¿A qué se refiere?

A que ahora mismo los carretes ya no se fabrican para que den la máxima calidad en la ampliadora. Ahora los carretes se fabrican esperando que den lo máximo en el escaneado. Cada vez las películas tienen menos plata. Ahora tienen pigmento.

"Lo digital me quita la fe. Si trabajara en digital siempre estaría corrigiendo, mirando por la pantallita"

¿Cómo afecta eso a su trabajo?

Lo afecta porque los negativos no tienen la misma calidad de antes.

¿Es frustrante?

Bueno, los negativos antes definían más. La plata definía más. Claro, la plata es muy cara hoy en día, entonces me imagino que para mantener unos costes van quitando plata y buscando pigmentos. Luego hay esto: el analógico te convierte en un animal de mercadillos.

Bueno. Tiene un punto romántico.

Vas por la calle y ves un mercadillo y venden espirales viejas y las compras inmediatamente, porque ya no se fabrican. Hoy día una Hasselblad ya no la hacen analógica. Ya no se fabrican ampliadoras, hay que ir a buscar ampliadoras en el mercado de segunda mano.

¿Es un mundo que desaparece?

Desaparece la industria auxiliar. Una fábrica que antes en Alemania hacía planchas, podía costarte la plancha 6.000 euros. Ahora se te rompe la plancha y es imposible encontrarla, o tardas meses. Y los carretes: ahora solo hay dos marcas, Kodak e Ilford, y ya no hay en todas las sensibilidades que había antes. Había 100 ASA, 25 ASA, 400 ASA, 1600 ASA… Ahora no. Es muy difícil encontrar material. Si estás de viaje y te quedas sin película, olvídate.

¿Hace fotos con el teléfono?

No: se me olvida que ahí hay una cámara. Eso sí, si no tuviera con qué jugar, cualquier cosa que lleve una lente me permite jugar. Lo que pasa es que no lo vivo igual. Con un móvil puedes hacer grandes fotos, es una lente, lo que pasa es que no veo igual. Hay como un chip en mi cabeza que cuando cojo la cámara analógica, automáticamente veo.

Con el móvil no ocurre.

No siento emoción.

¿Para qué sirve la democratización de la fotografía, que todos tengan una cámara en el bolsillo?

Pues hombre, esa democratización no ha traído que se hagan mejores fotos. En el sentido práctico, ha bajado brutalmente el coste de la fotografía. Pero bueno, yo soy un chalado. Trabajo como trabajo porque es donde encuentro la poesía.

"He encontrado mis virtudes. Me doy cuenta de que después de 40 años de hacer fotos he educado mi mirada"

Dígame, ¿en qué momento vital se encuentra?

Nunca me he sentido tan poderoso.

¿Por qué?

Porque al final termina uno por educar el ojo. He encontrado mis virtudes. Las visuales, me refiero. Me doy cuenta de que después de 40 años de hacer fotos he educado mi mirada. Además, ha habido un cambio.

¿Se refiere a la introspección?

Me refiero a que cuando empecé a hacer fotos mi visión era muy naturalista. Miraba hacia afuera. Ahora, con los años, se ha producido un camino de vuelta, ya no es solo diálogo con lo que veo, sino diálogo conmigo mismo.

'De donde no se vuelve' abre el festival. Es un ejemplo de ese diálogo consigo mismo, ¿no?

'De donde no se vuelve' es un repaso a través de la fotografía de mi territorio, sí. Un viaje entre presente y pasado. Fue un desafío escribir el guion. Mil veces pensé en abandonar. Tenía que desnudarme y me producía pánico. Para escribir necesitaba estar en plena soledad. Por eso me fui a China.

"Aunque fuera un tirillas yo siempre había sido una fuerza de la naturaleza, y de repente me sentía débil"

Un repaso de su territorio. Un territorio escabroso.

Me tocaba asumir cómo había sido la vida que había llevado. Por ejemplo, tenía que hablar de las drogas. Mi hermano murió de sobredosis, y yo tenía que coger las fotos de mi hermano y 30 años después, reenfocar. Ahí solo de noche, viendo las fotos de mi hermano y pensando qué digo yo, cómo lo digo… Cientos de noches en un apartamento en China diciendo lo dejo, no puedo, asumo que he fracasado. Fue muy intenso.

 ¿Valió la pena el sufrimiento?

De todas las obras fílmicas que he hecho yo creo que es mi obra maestra. Cuando releo el guion, y ya han pasado 11 años, veo que la película se mantiene, que no ha perdido vigencia.

Los viajes lo han marcado, ¿no es verdad? Los interiores y los no interiores. Hablo de China, de Venecia, de París… ¿Viaja para encontrar algo?

No fui nunca a encontrar nada. A París fui a hacer un tratamiento de Interferón para curar mi hígado, porque si no iba hacia una cirrosis y un cáncer. También fui para abandonar los tóxicos. Fue un tratamiento duro, estaba allí solo, encerrado en mí mismo, en el proceso de curarme, de que el Interferón funcionara, y empecé a mirar de otra manera.

"Cientos de noches en un apartamento en China diciendo no puedo, lo dejo, asumo que he fracasado"

¿Hacia adentro?

Sí. Aunque fuera un tirillas yo siempre había sido una fuerza de la naturaleza, y de repente por primera vez me sentía débil, cansado, enfermo. Eso produjo un viaje interior. Me miré a mí mismo. Comencé a mirar mi obra. Después del viaje a París estaba preparado para China.

¿Tuvo que ver que se hubiera apartado de las drogas en París?

No… Yo fui a París en unas circunstancias muy especiales. Salía de una fractura sentimental que me había dejado tocado. Tuve que abandonar los tóxicos, no porque sean malos, yo siempre bebí, he bebido mucho, me he fumado muchos porros, me he metido toda clase de cosas, toda la vida me la he pasado con estimulantes. El dejar de repente todo estimulante, y además en  medio de una fractura, cuando además por primera vez me sentía enfermo y débil… Hubo un momento en que no me reconocía.