CRÍTICA DE DISCOS

Rammstein, la reconquista diez años después

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J. Bianciotto / R. Roca / J. M. Freire / I. Fortuny

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Que Rammstein haya agotado con meses de antelación las entradas de su concierto en el RCDE Stadium (Cornellà) nos indica que lo suyo va más allá del segmento de público asociado a un género como el metal. En el imperativo discurso del grupo berlinés hay obvios ingredientes 'heavy' (o hard rock: esos ritmos pesados), pero también electrónica, rock industrial y rasgos adictivos de marcialidad germánica. Y de todo ello hay, en notables proporciones, en su nuevo álbum, su primer lanzamiento en diez años y el punto de partida del 'show' de este sábado.

El título homónimo nos viene a decir que Rammstein quiere volver a presentarse ante el mundo sin mayores distracciones. Ahí están, corregidos y aumentados, los trazos maestros de su sonido, empezando por ese aplastante 'Deutschland' que abre el disco como una declaración de amor patriótico a través de la conciencia y la crítica de su turbulento pasado.

Véase el clip, de nueve minutos, recorrido apocalíptico de la historia del país con alusiones al nazismo (los miembros del grupo, con pijama de rayas, son ahorcados en un campo de concentración) y la modelo negra Ruby Commey en el provocativo papel de Germania. Rammstein, recordando que, como Roger Waters con 'The wall', su debilidad por el totalitarismo se circunscribe al terreno estético. 'Riffs' guitarreros y electrónicos.

Pero 'Rammstein', el disco, va más allá y detrás de su inquietante portada minimalista (una cerilla sobre fondo blanco) despliega una puesta al día de su sonido híbrido e invasivo. Hay tantos 'riffs' de guitarra como electrónicos (y hasta de bajo: 'Hallomann'), y el espectro sónico engulle con habilidad masas corales con resonancias de 'Carmina Burana' ('Zeig dich') y resultones timbres infantiles ('Ausländer'). Hay exponentes felizmente cerveceros: 'Radio', con guitarras como serruchos, riego digital a lo Electronic Body Music y un estribillo para salir dando botes. Y atormentados recesos reflexivos: 'Puppe', con su estribillo de pabellón psiquiátrico, y los arpegios de guitarra de 'Diamond'.

Es el primer disco del grupo que no produce Jacob Hellner sino Olsen Involtini, quien ya trabajó con Rammstein diseñando las cuerdas de 'Mutter' (2001) y 'Reise, reise' (2004) y que en los últimos años ha acompañado al guitarrista solista Richard Z. Kruspe en su banda parelela, Emigrate. No representa un cambio de fondo en su sonido, aunque el álbum desprende un plus de brillantez y dinamismo. Las bombas caen aquí y allá: 'Sex', con reflejos tribales-glam a lo Depeche Mode en 'Personal Jesus', o el dramático efecto retardado de 'Was ich liebe'. Al frente, el poderoso barítono de Till Lindemann, con un estilo alejado de las corrientes ordinarias del metal (ni agudo-chillón, ni monstruoso-gutural), suministrador de insanos tonos bajos y alzando el tono con majestuosidad. 'Rammstein' es así una despierta manera de celebrar el 25º aniversario del grupo y, tras esa década de parón, da alimento a la nueva generación de público que pueda ir a verlos por primera vez a Cornellà. Jordi Bianciotto.

OTROS DISCOS DE LA SEMANA

Muchos prometen llevarte a otro lugar, pero pocos cumplen como los británicos The Comet Is Coming, dignos sucesores de la tradición más cósmica del jazz. Batería, teclados y el soplo ardiente del saxofonista Shabaka Hutchings viajan a través de atmósferas densas y cargadas de electricidad en pos de un destino que es un estado mental. A ratos oscuro, a ratos majestuoso y muy hipnótico. ¡Menuda nave del misterio!. Roger Roca.

Goa es de esos personajes indispensables de la escena que se abre paso desde el 'underground'. Se ha ganado el puesto en poco tiempo desde lo más emocional, cantando sobre su dolor y la angustia que le persigue. 'Segador de Almas', producido por Fish Narc (Goth Boi Clique) y lanzado por el sello de Yung Beef, consolida lo que había enseñado con 10 canciones sensibles. Ignasi Fortuny.

La fuerza anímica que hizo de la última gira de Joan Pons una de las más vibrantes del pop catalán se proyecta en un nuevo trabajo, rápido relevo de 'disc triangular', desarrollando su gestión emotiva de conceptos intangibles: la idea, el polvo, las nubes... Otro cancionero algodonoso, venido de la constelación del pop metafísico. Jordi Bianciotto.

¿Cómo se continua un disco del tamaño de 'Konnichiwa' (2016), aquel que dio un nuevo impulso al 'grime' y tendió estimulantes puentes entre las escenas urbanas de ambos lados del Atlántico? Skepta lucha con el desafío, pero antes que rendirse, ofrece lo que tiene: una colección algo irregular con, sea como sea, momentos de vértigo, del homenaje a Ruff Sqwad de 'Same old story' a la epifanía sintética de 'Animal instinct'. Juan Manuel Freire.