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El célebre musical 'Miss Saigon' llega al Cercle de Gràcia en versión catalana

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Eduardo de Vicente

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El musical Miss Saigon es uno de los grandes clásicos de los franceses Alain Boublil y Claude-Michel Schönberg estrenado en Londres hace 30 años, en 1989, repuesto en varias ocasiones y representado en diversas ciudades del mundo. Sin embargo, en nuestro país nunca se ha podido ver. La extrema complejidad de su partitura (unas 40 canciones repletas de variaciones casi sin diálogos únicamente hablados) y de su escenografía (tan rica como costosa) ha provocado que nadie se haya atrevido a montarla. Y la sorpresa llega cuando menos te la esperas y una modesta compañía amateur, la del Cercle de Gràcia, asume el reto y decide intentarlo.

Más de uno debió pensar “¡esto es un suicidio colectivo!”, pero el caso es que ya habían llevado a su teatro los otros dos clásicos de la pareja gala (Martin Guerre y Los Miserables) y querían completar la trilogía con el “más difícil todavía”. Si nadie se atreve, nosotros, sí. Por supuesto que se puede. Y la verdad es que el resultado es más que digno, muy meritorio teniendo en cuenta las múltiples limitaciones y medios de los que disponen. Es una oportunidad única de disfrutar de uno de los grandes musicales de la historia traducido al catalán, y vaya si se disfruta… o se sufre, porque es conveniente ir acompañado de una buena provisión de pañuelos ya que las lágrimas se nos escaparán…

Un romance en la guerra de Vietnam

La trama, inspirada en la ópera Madame Butterfly de Puccini, está ambientada en Saigón durante la guerra de Vietnam. Una joven prostituta oriental (Kim) y un soldado norteamericano (Chris) viven una historia de amor pero él debe marchar precipitadamente y ella espera su regreso. Años más tarde se producirá el reencuentro pero en unas circunstancias inesperadas para ambos que tendrán trágicas consecuencias.

Antes de levantarse el telón, la platea ya nos transporta a ese ambiente por medio de unas cañas y plantas que evocan el Saigón donde transcurre la acción. La primera incógnita es ¿habrán conseguido resolver las dificultades escenográficas? Desde el inicio, con el número The heat is on que transcurre en el burdel Dreamland, vemos que van en serio. Está recreado con todo lujo de detalles y el techo del bar se convierte en la habitación donde la pareja pasa la primera noche.

Reproduciendo la escenografía original

Aquí no hay plataformas hidráulicas que muevan los elementos del escenario, los miembros del equipo se encargan de ir cambiándolos para pasar de una escena a otra. Y es una producción ambiciosa en la que hay diversos cambios de vestuario para ¡una treintena de actores! Y, sí, aparece el simbólico helicóptero que tanto sorprendió en su época, los letreros luminosos y el coche de lujo, el desfile con banderas y las coreografías. Que no nos falte de nada…

Un reparto que convence

La protagonista Kim (Txell Bou), representa la ingenuidad y candidez de su personaje con dulzura y va de menos a más ganando seguridad a medida que avanza el espectáculo. Su amante Chris (Jordi Medrano) muestra su solidez en Why god why que arranca la primera gran tanda de aplausos y juntos se unen en el romántico Last night of the world. Jaume Gómez da vida al Ingeniero, aquí denominado conductor, el individuo que mueve los hilos del prostíbulo y que sueña con hacer realidad su “american dream” y poder instalarse en EEUU. Es el personaje que sirve de contrapunto al drama y el actor consigue convertirlo en el canalla divertido que nos repele y nos hace reír al mismo tiempo.

La segunda parte se abre con el estremecedor Bui Doi, un homenaje a los niños mestizos que nacieron durante la guerra mientras se proyectan unas imágenes de aquellos pequeños y el coro, liderado por Eduard Doncos (un actor profesional) lo da todo, muestra su energía y nos conmueve. Un número redondo que acaba con otra ovación de lujo. Y llegamos al momento del flashback, quizás la escena más compleja ya que requiere una gran coordinación, en la que descubrimos por qué se separaron los amantes en medio de un confuso Saigón, con las rejas separando a la población y la aparición del esperado helicóptero. ¿Lo conseguirán? Por supuesto, otra prueba superada.

La emoción estalla en el tramo final

En el tramo final ya la tensión es máxima y los pocos que aún no han dejado escapar la emoción ya no pueden contenerse y se notan los sollozos que van estallando por la platea. El desenlace es apoteósico, el público despide al equipo en pie entre lágrimas y voces entrecortadas mientras los cantantes entonan ahora ya liberados de toda presión, The heat is on. Y sabemos que hemos asistido a un espectáculo que permanecerá en nuestra mente durante mucho tiempo. Se han impuesto a las limitaciones para dar lo mejor posible de sí mismos con el fin de poder ofrecer lo que hasta ahora nadie se ha atrevido en Barcelona: representar Miss Saigon.

Es el fruto de muchos años de trabajo de esta entidad centenaria del barrio de Gràcia que también acoge las reconocidas corales Vivace, Cantabile, A Tempo y la infantil Picarols, un agrupament, diversas actividades deportivas, culturales (sobre todo, teatrales) y muy activa durante las fiestas de verano del barrio. Aquí nadie cobra por actuar, cuando acaban de trabajar o estudiar se reúnen para soñar (queríamos decir ensayar) y repetir una escena tras otra para ofrecer la mejor representación posible. Lo que se recauda de un espectáculo se utiliza para financiar el siguiente y así llevan 115 años.

Un trabajo colectivo de mucho mérito

Son aficionados, sí, pero en ilusión y ganas nadie les puede y tampoco es discutible que hay calidad y algunos momentos muy brillantes. Los responsables de que se haya hecho realidad (la directora Montse Gràcia, el director musical Tomàs Rosado y los directores artísticos Sílvia y Jaume Gómez) tienen un mérito tremendo consiguiendo motivar y transmitir su pasión a estas nuevas generaciones que ¿quién sabe?, a lo mejor son las futuras estrellas de nuestros escenarios. Solo quedan dos días de representaciones, hoy y mañana. Los aficionados ya han hecho Miss Saigon. ¿Algún profesional en la sala recogerá algún día el guante?