CRÍTICA DE LIBRO

La transición española en clave de humor

Óscar Montoya ambienta su novela 'De otro lugar' en la España del 23F

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Marta Marne

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Antonio Tojeira es un hombre corriente y anodino. Le gusta la vida tranquila y por ello ha dejado atrás el bullicio del Madrid de principios de los ochenta a cambio de la tranquilidad mediterránea de Alicante. Trabaja como policía, pero su implicación con la defensa de la ciudadanía no va más allá de lo que obliga el puesto. Sin embargo, la Dirección General de Seguridad ha decidido enviar al norte, al País Vasco, a uno o dos inspectores de cada comisaría del país. Estamos en los años más violentos de ETA, y ni los policías más vocacionales quieren arriesgar el pellejo lo ordene quien lo ordene.

Como si de un espectador ajeno a su vida se tratase, el protagonista de 'De otro lugar' relata casi sin querer la transición española con un trasfondo humorístico que no arranca la carcajada pero sí la sonrisa. El extremismo aún imperante en una parte de los cuerpos policiales, el desarrollo del 23F, el miedo latente a expresar en voz alta unas determinadas ideas políticas; todo ello está presente, pero el escritor se preocupa de que no parezca lo que más pesa en la obra. A pesar de la dureza del momento que le toca vivir, Tojeira parece más preocupado por conocer a J. J. Benítez y saber si los ummitas habitan entre nosotros, o por descubrir si los rumores de que su madre le ha adelantado parte de la herencia a su hermano son ciertos. 

Con ‘De otro lugar’, el escritor alicantino afincado en Vigo Óscar Montoya se distancia de los cánones del género policíaco a través de un antihéroe sin pasión ninguna por su trabajo, que se verá involucrado en una trama de corrupción policial a la que no le quedará otra que plantarle cara. El estilo de Montoya es fresco y ligero, aunque no faltan los fragmentos en los que trata de dar mayor profundidad a sus personajes mediante reflexiones tan profundas como la búsqueda de la identidad personal y el sentido de la vida. El autor consigue establecer un equilibrio entre el pesimismo creciente de su protagonista y el optimismo que transmite su prosa, consiguiendo de este modo una obra de lectura ágil, con compromiso político y social pero con una estética muy alejada de la oscuridad que suele envolver a este género. Quizá lo más sombrío de la novela es la enorme similitud que deja ver en algunos momentos entre aquella España de la transición y la actual.