72ª EDICIÓN DEL FESTIVAL DE CANNES

Albert Serra: "No me gusta gustar, me siento más a gusto en la provocación"

El director de Banyoles escandaliza en Cannes con 'Liberté', una exploración del deseo sexual ambientado en la Francia de Luis XVI

Entrevista con Albert Serra: "Me he autoinvestido privilegiado con la fuerza de mi voluntad"

Entrevista con Albert Serra: "Me he autoinvestido privilegiado con la fuerza de mi voluntad". / periodico

Nando Salvà

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Con él ha llegado el escándalo a la Croisette. En la cuarta película que presenta en el festival, Liberté, el de Banyoles explora el deseo sexual a partir del retrato de un grupo de libertinos huidos del Gobierno de Luis XVI que se entregan a una noche de frenético 'cruising' -sexo en lugares públicos- en medio de un bosque.

Su anterior película, 'La muerte de Luix XIV', fue percibida como la más clásica y accesible de su carrera. 'Liberté', en cambio, es una obra absolutamente radical. ¿Ha sido una reacción?

Sí, absolutamente. No me gusta gustar, al menos no de forma generalizada. Porque yo me siento a gusto en la vanguardia y la provocación. Y si gustas a tanta gente significa que eres convencional. También es cierto que aquella película hablaba de la muerte, que es algo muy universal y emotivo; 'Liberté' está inspirada por el Marqués de Sade, y es más fría, más radical a nivel narrativo. Me siento más cómodo en este terreno.

¿Es el título de la película irónico? No queda claro si los personajes se sienten liberados por sus pasiones o si son esclavos de ellas.

Ahí está el quid de la película: la pulsión arbitraria del deseo carnal. La película se sitúa en el siglo XVIII y, inicialmente, plantea el 'cruising' como un divertimento de clase privilegiada; pero poco a poco se va transformando en algo de connotaciones más contemporáneas, más posfreudianas, en tanto que explora la insatisfacción y la dependencia que genera el deseo, en parte por la represión social que lo rodea. De ahí que vaya generando cada vez más angustia y malestar.

La idea en la que se basa 'Liberté' también estaba en el centro de una obra de teatro que usted dirigió en el 2018 y en el de una instalación artística que presentó en el Museo Reina Sofía hace unos meses. ¿A qué lógica responde ese interés en explorar un tema desde distintas disciplinas?

Es una lógica mitad creativa y mitad económica. Cuando presenté la obra teatral durante la Berlinale del 2018, en un bosque, mucha gente me comentó que aquel material era idóneo para explorar las dinámicas entre voyerismo y exhibicionismo, y que ganaría mucho si se hacía en formato cinematográfico. Rodé la película y, mientras la estaba montando, me ofrecieron el proyecto del Reina Sofía. No me daba tiempo a rodar nada nuevo, así que decidí usar parte de lo que había rodado para 'Liberté'. A grandes males, grandes remedios.

¿Por qué todas sus películas son cine de época?

La gente no se lo cree, pero es pura casualidad. Cuando me encargaron la obra de teatro en la que se basa 'Liberté', escogieron el único proyecto de época entre los cuatro que yo había propuesto. En todo caso, me siento cómodo. Si tuviera que ponerme a rodar la típica historia burguesa sobre una pareja en crisis, me sentiría bastante miserable. En todo caso, estoy pensando que me gustaría hacer un melodrama arrebatado ambientado en la actualidad, para demostrarme que funcionar a partir de cualquier tipo de tema, estética o forma.