DOBLE SORPRESA

'La Voz Senior' ningunea a la diosa rumbera Maruja Garrido

Ningún 'coach' del programa se giró ante el telúrico arte de la legendaria artista flamenca, idolatrada por grandes estrellas como la propia Rosalía

La legendaria rumbera Maruja Garrido

La legendaria rumbera Maruja Garrido / periodico

Luis Troquel

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Mayúscula fue la doble sorpresa que deparó ‘La Voz Senior’ en su segunda entrega, el miércoles por la noche: que se presentase una diosa del arte como es Maruja Garrido y, sobre todo, que ningún ‘coach’ se girase para poder pasar así a la siguiente fase. ¿Las famosas audiciones a ciegas fueron también sordas? “La verdad es que por un lado fue quitarme un peso de encima, pues no sé ni cómo me metí”, admite tan flamenca y legendaria rumbera. “Me llamaron ellos y como a mí me sigue gustando tanto cantar… Pero tampoco a estas alturas me apetece ir de un lado a otro”.

Desde hace casi una década rompe ocasionalmente su retiro con gloriosas intervenciones y una voz que parece brotar del fondo de la tierra. “Yo mi carrera la tengo hecha y rehecha, y todo lo que venga es por añadidura, para disfrutarlo”. Para más inri, acudió al programa rescatando ‘El Bardo’; aquel viejo éxito que hablaba del artista que esconde el llanto entre alegría.

Mucho se ha escrito sobre esta fuerza de la naturaleza de 73 años. Gitana de Caravaca de la Cruz que convertiría en templo el tablao Los Tarantos cuando se instaló en Barcelona. Musa del mismísimo Dalí, con quien protagonizó un antológico video e incluso la llegó a presentar en el Olympia de París. Su relato vital y profesional es abrumador. Pero en estas líneas uno prefería centrarse en situaciones vividas de primera mano, a modo de anecdotario. Breves historias barcelonesas en las que una y otra vez he visto como las más grandes figuras, y también las que estaban llamadas a serlo, le rendían su más sincera pleitesía. De cómo ante ella afloraba la humildad hasta entre las más colosales estrellas.

Camerinos regios

Recuerdo una ocasión en los camerinos del Auditori. Ella iba con Toni Rovira, principal responsable de que volviera esporádicamente a cantar. Iban a saludar a Isabel Pantoja, que acababa de actuar y se deshizo en elogios cuando se la presentaron. Profesándole encendida admiración y sumo respeto. “Nos habíamos conocido en una ocasión”, recuerda Maruja Garrido. “Cuando ella no tenía ni 20 años me la presentó en una sesión de grabación el maestro Solano”. El Puccini de la copla le brindó aquel mismo día otra inolvidable alegría. “Me dijo: la admiradora más grande que tú tienes se llama Lola Flores. Siempre me dice: hay una niña en Barcelona que canta y baila como yo pero que no se me parece en nada. No podía creérmelo, me pegué una panzá de llorar….”.

Y las lágrimas casi también saltaron una noche en que acompañaba yo a Maruja. Íbamos a saludar a Rosario Flores, manifiestamente emocionada al verla en el camerino regio del Palau de la Música. El mismo en el que poco antes había presenciado otra situación similar cuando Estrella Morente le rindiera todo tipo de sentidas reverencias. Incluso el amago de arrodillarse ante ella. O aquella otra vez, a la salida del Teatre Grec con Antonio Canales gritándole al despedirse: “¡Eres artista de artistas!”

Conexión con Rosalía

En primavera del 2014 tuve la oportunidad de dirigir en el Mercat de les Flors el espectáculo ‘Rumba Surreal’ dentro del festival Ciutat Flamenco, en el que todo giraba en torno a su figura. Lo abría la que justo estos días, a modo de tardía revelación, se está convirtiendo en nuevo fetiche del mundo cultural: la simpar Mariola Membrives. Y lo hacía cantando una vieja milonga con nueva letra dedicada a la homenajeada. También intervenía Rosalía. Curiosamente, yo había invitado a Refree a ver el espectáculo y quedó tan prendado al oírla que me pidió que se la presentase para proponerle trabajar juntos. Hoy Rosalía está logrando lo que nadie aquí siquiera soñaría. Cuando ya casi creíamos que no había mayor trono para un cantante español que el que ocupa en ‘La Voz’ un coach, ella inicia su gira estadounidense nada menos que en el festival de Coachella.

Pero si algo viene al caso rememorar es la sintonía que se creó entonces entre Maruja Garrido y ella. Coincidieron en varios ensayos, en uno de los cuales pude ser testigo de un gesto enternecedor. Fuimos a un destartalado local en las afueras del extrarradio. Con el grupo rumbero. Cuando ya Maruja había probado su parte, se echó a un lado para que cada uno siguiera haciendo su trabajo. Al empezar a cantar la jovencísima Rosalía, verso a verso, cundió el embeleso entre todos los que la rodeábamos. Sin embargo ella, solo concluir, lejos de regodearse en los halagos fue directamente donde estaba sentada Maruja y le preguntó si le parecía bien como estaba saliendo. Ni que decir tiene que le dio su bendición

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