LA 72ª EDICIÓN DEL FESTIVAL DE CINE DE CANNES

Ken Loach regurgita su rabia anticapitalista en Cannes

El director británico vuelve a sus habituales críticos contra el sistema en el drama social 'Sorry we missed you'

El director Ken Loach en la alfombre roja del Festival de Cannes.

El director Ken Loach en la alfombre roja del Festival de Cannes. / periodico

Nando Salvà

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Uno de los motivos del éxito de la comida rápida, al margen de la obvia velocidad que imprime al proceso de llenar el estómago, es que nunca defrauda; quien se come un cuarto de libra con queso lo hace con la seguridad de que sabrá exactamente igual que el último que se comió, y exactamente igual que el siguiente que se coma. Las películas de Ken Loach son como cuartos de libra con queso, y no tanto por la rapidez con la que las hace -que también: ha dirigido 14 en lo que llevamos de siglo, y eso que está a punto de cumplir 83 años- como lo mucho que se parecen las unas a las otras, por los temas que tocan y por los recursos que manejan para hacerlo. Y parece claro que esa es una de las razones de su éxito, el secreto que le ha permitido ganar dos Palmas de Oro de Cannes, de momento.

La película con la que este año aspira al tercero de esos galardones -y con la que ya suma 14 presencias en la competición de este certamen- se llama 'Sorry we missed you', y en efecto en ella el británico vuelve a hablar de los abusos sufridos por la clase obrera a manos del capitalismo, y para ello recurre al sentimentalismo explícito y el maniqueísmo dramático típicos en las historias que lleva dos décadas contando a medias con el guionista Paul Laverty.

En concreto, la que Loach ha definido como la última película de su carrera -aunque no hay que hacerle mucho caso: ya dijo que se retiraba tras presentar 'Jimmy’s Hall' (2014)- cuenta la historia de un hombre que se incorpora como repartidor autónomo en una empresa de paquetería con la esperanza de sacar a su familia de las serias dificultades económicas en las que se encuentra, mientras su mujer gana una miseria como cuidadora' freelance' para ancianos y discapacitados. El periplo de la pareja es el vehículo a bordo del que la película lamente un sistema económico que obliga a la gente a endeudarse para trabajar y a renunciar tanto a todo su tiempo libre como a cualquier prestación social y hasta a la posibilidad de ir al baño durante la jornada laboral. Y, ya que están, Loach y Laverty aprovechan para quejarse del sistema sanitario británico, el acoso escolar, la falta de perspectivas de futuro para la juventud y hasta los problemas de aparcamiento.

Muchas penurias

Como de costumbre, para articular esos temas no se andan con sutilezas: convierten a los personajes en títeres de un destino cruel y, llegado el momento, les hacen tomar decisiones francamente estúpidas para avivar el drama; asimismo, les conceden el uso de la palabra casi exclusivamente para que se expliquen entre sí y de paso a nosotros los detalles de sus penurias laborales, sus aciagas perspectivas de futuro y la magnitud de su desesperación. “Nunca pensé que mi vida sería tan dura”, dice un personaje. “Tengo ganas de llorar durante una semana”, contesta otro. De hecho, la mayoría de ellos lloran de forma copiosa en algún momento de la película, y a ratos simultáneamente. Y, al verlos, muchos espectadores también tendrán la necesidad de soltar la lágrima. Pero que nadie se confunda: igual que los cuartos de libra no son un alimento recomendable a pesar de que proporcionen un gusto agradable al paladar, que las películas de Ken Loach sean muy efectivas a la hora de dejarnos literalmente hechos polvo no significa necesariamente que sean buenas.

'Atlantique', un exceso de ambición

Con su ópera prima, 'Atlantique', la directora franco-senegalesa Mati Diop se convierte en la primera directora africana que aspira a la Palma de Oro en toda la historia del festival. En ella, inspirándose en un corto documental que ella misma dirigió en el 2012, se sirve de la relación clandestina entre una joven de 17 años obligada a un matrimonio concertado y un albañil que sueña con cruzar el océano y llegar a España para ofrecer una aturullada mezcla de drama romántico, intriga policial, lamento por el abuso que sufre la clase trabajadora y cine de posesiones sobrenaturales. Quizá un director más experimentado podría haber sido capaz de combinar elementos tan dispares con sensatez.