NARRATIVA

Juan Vico: "El cine es una forma de necrofilia"

El escritor ha publicado su cuarta novela 'El animal más triste', una obra falsamente generacional

Una imagen reciente del escritor Juan Vico.

Una imagen reciente del escritor Juan Vico. / periodico

Elena Hevia

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Hubo un tiempo en que el escritor Juan Vico (Badalona, 1975) soñó con ser cineasta. Pero con los años se impuso una querencia anterior y mucho más intensa, el amor por las palabras. Ellas le respaldan y le dan aliento en sus clases en la Escuela de Escritura del Ateneu y en las cuatro novelas que lleva publicadas hasta el momento. La última, ‘El animal más triste’ (Seix Barral), es un “artefacto” literario –definición que le gusta particularmente- que juega con una serie de historias vinculadas entre sí y contadas por distintos narradores y voces, ruedas de un engranaje mayor que solo empezarán a cobrar sentido en la cabeza del lector cuando éste encaje todas las piezas. Y la cosa va del poder de la ficción, de la verdad de las mentiras y es que la ficción, dice, probablemente sea “la forma más positiva de mentir”.

Como todo esto suena muy abstracto, digamos que 'El animal más triste' es una obra perfectamente narrativa que empieza su andadura con la reunión de un grupo de amigos en una casa rural. La amistad entre ellos –con la excepción de un personaje más joven- viene de lejos y lo que se plantea es una especie de balance vital en el  que la mayoría no ha cumplido las expectativas de la juventud. “Soy consciente de que ese planteamiento generacional se ha contado muchas veces, pero a mí me interesaba narrarlo a modo de parodia tomando como hilo narrativo el sexo, que va uniendo las distintas historias, y se convierte en una fuente de frustración para todos ellos. Pese a que la vida no les ha tratado del todo mal, la cosa no ha ido como ellos esperaban”.

Pasado prometedor

Para enfrentar a sus personajes a ese pasado cargado de promesas, Vico se vale de su viejo amor al cine, haciéndoles contemplar una película rodada por ellos y con ellos en la universidad, recurso que le permite, medirse con los antiguos fantasmas: “El cine, en cierta manera, es una forma de necrofilia, porque la mayoría de las veces vemos a gente muerta que se está moviendo ante nuestros ojos y lo que ven mis personajes es exactamente eso, personas muertas que aparecen en la películas, y que sígnificamente son ellos mismos”.

Vico sigue manteniendo viva su vieja cinefilia, que en cierta manera empapa toda la novela, pero le molesta sobremanera ese modelo de aficionado al cine que solo cree en la trascendencia y considera la ligereza como algo a combatir. “Yo he acabado por darme cuenta de que la trascendencia no es sinónimo de calidad porque muchas de las películas que nos emocionaron un día por su tono sublime no han pasado la prueba del tiempo”. 

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