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La narradora Cristina Serrat explica cuentos sobre 'Ángeles y demonios' en la Ruquería Querubí
Eduardo de Vicente
Periodista
Eduardo de Vicente
♫ Cuéntame un cuento y verás que contento me voy a la cama y tengo lindos sueños ♫ La popular canción de Celtas Cortos nos viene como anillo al dedo para recordar la importancia de los cuentos, la fuerza de la palabra como motor de las historias y el adecuado complemento que supone la transmisión oral. Una manera de descubrir su encanto es pasarse por la Ruqueria Querubí, una antigua peluquería de Gràcia reconvertida en pequeño teatro que se dedica, principalmente, a lo que denominan Dit i Dit (atentos al doble sentido). Allí, la narradora Cristina Serrat (Stayin’ alive, Stayin’ aliveComando Señoras ha reunido una serie de historias cortas, a las que ha añadido su toque personal para crear el montaje Ángeles y demonios.
El escenario es mínimo, una silla de paja y una cortina negra al fondo, y el auditorio muy íntimo, para unas 25 personas. La actriz lleva un vestido que combina el negro y el rojo con un colgante de este último color para desgranar una serie de relatos breves y nos hará plantearnos cuánto hay de ángeles o demonios en nosotros mismos. En algunas ocasiones se dirige al público para que participe activamente, utiliza la gesticulación y la entonación para reforzar el texto con suavidad o energía según convenga y lo sazona con algunas canciones que completan la función.
La Tierra: campo de pruebas
En el primer tramo, que incluye el texto anónimo Ángeles y demonios, nos cuenta las historias de un abuelo algo gamberrillo y cómo nacieron ambas especies que escogieron la Tierra como campo de pruebas de sus andanzas, pero también nos hace reflexionar sobre si somos tan buenas personas como creemos poniendo sobre la mesa comportamientos cotidianos que demuestran que también somos capaces de hacer diabluras con pequeñas maldades. El Échame a mí la culpa que popularizó Albert Hammond cierra este prólogo.
Rojo, de la argentina Liliana Bodoc, cuenta cómo el diablo se enamora de Rubilda, una mujer que vende manzanas en el mercado de las rosas y requiere la ayuda de una bruja madrina (si sabemos por Disney que existen las hadas madrinas, su némesis también puede ser real) Para conseguirlo deberá recurrir al truco de los tres “si” pero nada saldrá como esperaba.
Un diablo y un ángel obsesionados
Sara y el demonio Asmodeo es obra de otra argentina, Ana Maria Shua, es la triste historia de una joven por la que un demonio se ha obsesionado hasta el punto de que cada vez que intenta casarse aparece en la noche de bodas antes de que puedan consumar el matrimonio y se lleva a sus esposos. La maldición provoca que, al final, nadie se atreva a unirse a ella porque sabe que tiene las horas contadas, pero… hay que ver el espectáculo para saber el desenlace…
En Sofía y el ángel, de la poeta cubana Dora Alonso, cuenta la relación de una solitaria abuela muy religiosa con un ángel con guitarra eléctrica que la visita regularmente llenándola de obsequios. Excusa que aprovecha Serrat para encadenar otras canciones como Bésame mucho, Acércate más y Algo contigo y jugar con ellas.
El infalible Mario Benedetti
El uruguayo Mario Benedetti cierra el recital con El sexo de los ángeles, que especula sobre si pueden tener relaciones íntimas. El mejor ejemplo de cómo hacen el amor se convierte en un duelo de palabras relacionadas entre sí. Poético e ingenioso.
Una hora que se pasa volando y en la que hemos descubierto nuestro diablillo interior y, como si fuéramos niños, hemos dejado que nos expliquen cuentos antes de dormir con una estupenda maestra de ceremonias y en un local acogedor, la Ruqueria Querubí, que es programado por todo un histórico como el actor Arnau Vilardebó, que fue miembro de Joglars y que atesora una larga y brillante carrera en teatro, cine y televisión, y la narradora Martha Escudero. Ambos han convertido una peluquería en un teatro durante los fines de semana y han jugado con el cartel anunciador de Perruqueria para dejarlo en Ruqueria, un espacio para hacer “rucades” y que está dedicado en su mayor parte, a montajes como éste para trabajar con la palabra y dar a conocer a nuevos o veteranos oradores. En algunas ocasiones, el propio Vilardebó regresa a la interpretación y nos ofrece nuevos trabajos en este teatro íntimo. Esperamos que este proyecto tan atractivo acabe con todos los implicados siendo felices y comiendo perdices. Y colorín, colorado este cuento se ha acabado.
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