ESTRENOS DE CINE

Christophe Honoré: "Aunque muchos lo crean, no todos los gays somos iguales"

El director francés relata en 'Vivir deprisa, amar despacio', la relación entre dos hombres en la Francia de principios de los 90, azotada por la epidemia del sida

El director francés Christophe Honoré

El director francés Christophe Honoré / periodico

Nando Salvà

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La undécima película dl director francés Christophe Honoré, 'Vivir deprisa, amar despacio' quizá sea la que más cerca está de colmar las expectativas que un día, gracias a títulos como 'Dans Paris' (2006) y 'Les chansons d’amour' (2007), se pusieron sobre él. En ella lleva a cabo el conmovedor retrato de dos hombres homosexuales de diferentes generaciones que se enamoran en la Francia de principios de los 90, azotada por la epidemia del sida. El filme ha llegado este viernes a nuestros cines.

Según ha confesado usted mismo, esta película tiene un marcado componente autobiográfico. ¿Por qué ha decidido hacerla en este momento de su carrera, y no antes?

En buena medida, por ola de homofobia que ha azotado Francia en los últimos tiempos; cuando, hace unos años, miles y miles de personas salieron a las calles para protestar contra el matrimonio gay, me sentí horrorizado. Mi primera reacción fue culparme a mí mismo; sentí que no había cumplido con mi responsabilidad como artista. Por otra parte, durante muchos años no creí estar en situación de hablar de los años del sida en calidad de testigo. Sentí que no tenía la autoridad moral para hacerlo.

¿Por qué?

Aunque tuve amigos que convivieron con enfermos y vi morir a gente de mi entorno, lo cierto es que yo empecé a explorar mi sexualidad durante la segunda mitad de los 80, una época en la que la enfermedad ya era una amenaza real y había campañas de concienciación. Sabíamos que la solución era usar condones, y ser obediente no me privó de vivir mi sexualidad plenamente.

En cualquier caso, hasta mediados de los 90, para los gays el despertar sexual estaba condicionado por la amenaza de una enfermedad mortal. No debió de ser fácil.

Por supuesto que no. En la adolescencia uno quiere dejarse llevar, desatar la pasión y acostarse con desconocidos, pero nosotros siempre teníamos esa amenaza en mente. Desde un punto de vista psicológico, eso crea un trauma. Y durante muchos años, tuvimos que lidiar con ese trauma de forma privada.

Los dos protagonistas de 'Vivir deprisa, amar despacio' encarnan el idealismo de juventud, por un lado, y el escepticismo que da la experiencia, por otro. ¿Diría que ambos lo representan a usted en diferentes etapas de su vida?

Sí, me atrajo la idea de recordar quién era yo a los 20 años y contrastar esa imagen con mi yo actual. El cine es maravilloso, porque permite recuperar el tiempo pasado. Que conste que no siento nostalgia ni añoranza por lo que fui, aunque siento una gran ternura por aquel tiempo y sigo teniendo una conexión muy íntima con él.

¿Es por eso que la película está tan llena de referencias musicales, literarias y cinematográficas?

En efecto, y espero que tendrán el mismo efecto en la audiencia. Es algo que he hecho en buena parte de mis películas: compartir con los espectadores el recuerdo de los libros que he leído, de las películas que he visto. Siento que así creo una intimidad especial con ellos. Habrá quien piense que recurrir a todas esas citas es puro esnobismo, pero en realidad ilustran el tema que quizá más me interesa de la película: un hombre que se va educa a otro que llega, dejándole en herencia su conocimiento cultural.

Estrenos de la semana: Tráiler de 'Vivir deprisa, amar despacio' (2018)

Estrenos de la semana: Tráiler de 'Vivir deprisa, amar despacio' (2018) / periodico

¿Qué educadores tuvo usted?

Todos esos autores que admiré en mis años de estudiante, los escritores y cineastas que parecían hablarme exclusivamente a mí, y que murieron golpeados por el sida antes de que yo me trasladara a París y tuviera la oportunidad de conocerlos. Gente como Hervé Guibert, Bernard-Marie Koltès o Jacques Demy. Esta película es una forma de presentarles mis respetos.

Usted hablaba de la responsabilidad del artista. ¿Se considera un cineasta homosexual?

No pretendoautoproclamarme como un cineasta militante, sería muy pretencioso hacerlo. Obviamente, como digo, mi identidad artística está determinada por mi identidad homosexual, pero no puedo ser portavoz de los homosexuales porque, pese a lo que mucha gente piensa, no todos los homosexuales somos iguales. Y mi cine pretende ser cualquier cosa menos gremial. Espero que mi película sea universal, que haga sentir emociones muy profundas a todo el mundo.