GALARDÓN LITERARIO

Daniel Gamper gana el Anagrama por el ensayo 'Las mejores palabras'

La obra invita a reflexionar sobre la devaluación y el abaratamiento del habla en los ámbitos público y privado

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Elena Hevia

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En tiempos de ‘fake news’, en los que las palabras enuncian pero se prestan a decir tanto una cosa como su contraria, para el profesor de filosofía política de la Universidad Autónoma de Barcelona Daniel Gamper  (Barcelona, 1969) hacer una defensa de una forma de expresarse que implique a la vez libertad y buen uso, le ha valido el 47 Premio Anagrama de ensayo. El libro 'Las mejores palabras' pretende alzarse más allá de las circunstancias políticas concretas –la realidad catalana y su bilingüismo, por ejemplo, o la hosca y bruta retórica política de las campañas electorales- . “El libro pretende responder a dos lugares comunes, la devaluación de la palabra, algo que constato como contexto que suscita mi reflexión, y la reivindicación de la libertad de expresión como icono negativo, es decir se denuncia lo que no se puede decir pero no se nos dice para qué sirve hablar”.

El libro que se publicará el próximo 8 de junio, supondrá para Gamper integrarse en el catálogo de Anagrama. “De hecho, pensé en ponerme a escribir este ensayo de una forma mucho más libre, alejado de las formulaciones de estilo académicas,  después de leer un artículo en el último libro de Jorge Herralde donde el editor, junto a Luis Goytisolo, Mario Vargas Llosa y Salvador Clotas propugnan este tipo de ensayo. Para mí ha sido como escribirlo a tientas, sabía a donde iba pero lo iba entendiendo mientras lo escribía”.

En la calle y en casa 

El ensayo, más bien breve , intenta recorrer el uso de la palabra, su devaluación y su reivindicación, en los ámbitos públicos y cotidiano. A través de una serie de cuestiones.  Está el habla de los afectos, de carácter doméstico, donde precisamente se aprende a hablar y “donde se trasladan las palabras a través de las generaciones”. Está el habla de la escuela, espacio intermedio entre la calle y la casa, se introduce (“o se debería introducir”) a los futuros ciudadanos en una conversación ordenada “encaminada no tanto a vencer como a alcanzar al otro” y el habla de la democracia que institucionaliza pero también prohíbe en pro de un bien común establecido y finalmente está el habla de las redes sociales donde las palabras se expanden sin mesura. “A veces lo más adecuado y justo es callar, mientras que en el otro extremo está el grito o el aullido que nos plantea cuándo está legitimado que alguien levante la voz”.

Uno de las grandes preocupaciones del libro es, naturalmente, la censura, con una especial mirada a los medios comunicación, al periodismo por venir (“todo periodismo serio está por venir porque el periodismo no puede quedarse quieto”),  que Gamper  solo entiende como “lugar de combate frente a aquellos que quieren mantener el mando de las palabras”. 

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