OTROS ESCENARIOS POSIBLES

El secreto de la reina de Angola

Las veladas N'Zinga combinan trepidantes sesiones de ritmos africanos de última generación y conciertos de artistas afrodescendientes afincados en Barcelona

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Nando Cruz

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Todo un día de lluvia ha dejado el Gòtic más vacío de lo habitual un viernes por la noche. Apenas queda nadie cenando en el restaurante Selene, pero en el sótano ya está en marcha la noche N'zinga. Como cada primer viernes de mes, en la subterránea sala Venus suenan trepidantes ritmos de África (del makossa camerunés al kwaito sudafricano, pasando por el kuduro angoleño) y presentan artistas africanos y afrodescendientes afincados en Barcelona. Ese que está en la puerta dando las coordenadas a una amiga por el móvil es King Powerful, el cantante nigeriano que actuará hoy. La sala está al final del pasaje Escudellers.

Vera G. Moumie, donostiarra hija de camerunés, impulsa estas veladas junto con dos socios

El techo abovedado y el muro de piedra confieren a este sótano a apenas una travesía de la Rambla un aire de bodega secreta. Y sin embargo, parte del público son turistas de paso. A los controles, Vera G. Moumie, donostiarra hija de camerunés que con otros dos socios impulsa estas veladas panafricanas. Está pinchando cortes de la última hornada de cantantes de Costa de Marfil: Bebi Philip, Imilo Lechanceux, Mix Premier… Bendita sesión. En esta ciudad no hay tantos lugares en los que dejarse llevar por el coupé decalé marfileño.

Combatiendo la hegemonía

En el siglo XVII, Ana Nzinga Mbande reinó en Ndongo y Matamba, territorios que hoy forman parte de Angola. Durante cuatro décadas luchó para evitar que los portugueses conquistasen su país. Las noches N’Zinga toman su nombre y, en cierto modo, hacen lo mismo: combatir la hegemonía cultural occidental a través de la música. Vera lleva un pañuelo rojo en la cabeza decorado con la cinta de conchas que le regaló una vecina gambiana. Los pendientes se los ha hecho ella. Además de 'discjockey' y agitadora cultural, Vera es joyera. Empieza a llegar el público africano y algunos también lucen sus mejores galas.

Las noches N'Zinga combaten la hegemonía cultural occidental a través de la música

Abundan las parejas birraciales. Ese senegalés es miembro del grupo de percusionistas Ngomez Nokass que actuó meses atrás en otra noche N’Zinga. Esta charlando con Javi Zarco, mánager, promotor e impulsor del sello Slow Walk Music especializado en músicas africanas. Aquel rubio yanqui entregado a la música vive en Poble Nou. Aquellas dos chicas son bailarinas de danzas africanas. Las delata su habilidad para reaccionar a los ritmos que pinchan Vera y Ras y el gorro de una de ellas, con el nombre de su colectivo: Ayakata.

La sesión ha dado un leve giro geográfico. Suenan Yemi Alade, Wande Coal y Tekno, cantantes nigerianos de gran popularidad. Tekno es uno de los favoritos de King Powerful. Su primer videoclip fue una versión en castellano de un 'hit' suyo. Los últimos los ha rodado en el mirador de Torre Baró y en la playa de Badalona. Este nigeriano barcelonés empezó hace dos años en la música, fue un día al Ashanti, otro club de músicas africanas que hubo en el Diobar del Born y en la sala Instinto, conoció a Vera y hoy protagoniza una noche N’Zinga.

Escenario pelado

El escenario es una tarima de madera de un palmo de altura sobre la cual no hay ni un solo instrumento. La actuación de King Powerful se reducirá cantar seis o siete canciones mientras Vera lanza las bases instrumentales desde la mesa de control. El nigeriano aún está buscando su sonido. Tiene canciones más 'trap', otras más 'reggaetonera' y algunas más 'dancehall-reggae'. Las hay en castellano y en inglés. Lo que sí tiene claro es la temática, siempre romántica. Y en escena explota el personaje, una suerte de musculada máquina de amar.

"Hermanitas, ¿qué pasa? ¡Quiero acercamiento!", suelta King Powerful a dos chicas de la primera fila

La primera canción es 'Sexo' y el público mantiene las distancias, pero a la segunda, los amigos y curiosos se arriman al escenario. A la cuarta él mismo bajará de la tarima para bailar con el público. "Hermanitas, ¿qué pasa? ¡Quiero acercamiento!", suelta a dos chicas de primera fila para animarlas a que bailen con dos chicos de 'look' rastafari. "¡Esto está caliente!", exclamará luego. Y más que nigeriano, parecerá caribeño. Los turistas pasan del concierto y se pierden su versión del superéxito 'Mad over you' del cantante de Lagos Runtown, que él ha rebautizado 'Sevillana'. El precario equipo de sonido le resta poderío, pero King Powerful anda sobrado de morro. Para el último corte, suelta un: "This last song se llama..." que es puro 'afrospanglish'. El camarero anda desocupado. Este público no bebe mucho.

Vuelve la música enlatada. Del ghanés Blay Ambolley, de la nigeriana Niniola, del marfileño Serge Beynaud… Canciones tituladas 'Konkotibaa', 'Otoo-Pella', 'Omo ada' y 'Babatchai' que solo puedes detectar si dominas la infinita producción musical africana o si llevas instalada en el móvil la 'app' Shazam. La sala vuelve a llenarse de gente dispuesta a explorar la flexibilidad de glúteos y bíceps femorales. A la una y media, ya nadie se resiste al 'Kukere' del nigeriano Iyanya. La noche N’Zinga no se alargará mucho más. En menos de 24 horas, y a solo 200 metros, en el Marula Café hay velada de 'highlife', género originario de Ghana. Poco a poco, las músicas africanas se hacen un hueco en la ciudad.

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