CRÓNICA DE MÚSICA

La prodigiosa trompeta de Mireia Farrés

Brilla la solista en el concierto que la OBC dedicó a Schubert, Haydn y Mozart

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Pablo Meléndez-Haddad

Pablo Meléndez-Haddad

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El concierto de abono del fin de semana de la Orquestra Simfònica de Barcelona i Nacional de Catalunya (OBC) comenzó con la obertura de la música incidental compuesta por Schubert para la obra de teatro 'El arpa mágica' de Georg von Hofmann, único fragmento que se conserva de esa desconocida banda sonora. Jan Willem de Vriend, principal director invitado del conjunto catalán, no se cortó un pelo y los 'forte' sonaron plenos de ímpetu, tanto que acabaron convirtiendo la obra en poco más que una fanfarria, lejos del espíritu schubertiano, cuya adscripción al Romanticismo se mueve por otros derroteros.

Hace bien el conjunto en programar obras para el lucimiento de quienes la conforman

En el 'Concierto para trompeta' de Haydn brilló con luz propia –como acostumbra hacerlo– la solista de la OBC Mireia Farrés, demostrando una vez más su virtuosismo, fraseando siempre con sentido y sacando partido al lirismo y al preciosismo con el que Haydn dotó esta exigente obra, la primera escrita para una trompeta en plena evolución y que años más tarde incorporaría los pistones. Su cadencia del primer movimiento resultó muy en el espíritu de la obra sin esquivar los pasajes más complejos, al igual que en su fantástico tercer movimiento, con esa melodía tan divulgada sobre todo en publicidad y que Farrés matizó aplicando delicados pianísimos y manteniendo siempre el tipo. Entre vítores regaló una propina a un público que tiene en alta estima a este importante elemento de un conjunto que hace muy bien en programar obras en las que puedan lucirse quienes lo conforman.

Broche de oro

La segunda parte estuvo dedicada a Mozart, arrancando con el nada usual 'Nocturno para cuatro orquestas, KV 286', que exige cuatro conjuntos formados por cuerdas y trompa que De Vriend distribuyó por la sala, dos en el escenario, muy separados uno del otro, y los otros dos en los palcos de segundo piso, creando un interesante efecto para una obra ligera, galante y cargada de buen humor.

El broche de oro llegó con la 'Sinfonía Nº 38, KV 504, Praga', en la cual la OBC ofreció lo mejor de sí, con contrastes efectivos a pesar de que la opción del director fue eminentemente extrovertida. Aun así pudo apreciarse la filigrana compositiva del 'Adagio-Allegro' que ofrece muchas dificultades en la acción de conjunto, con un 'Andante' casi elegante y rematando la jugada con un 'Presto' final de vértigo y que, evidentemente, causó el efecto deseado.

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