MOVIMIENTOS EN EL SECTOR EDITORIAL

La clase media del libro, en vías de extinción

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Mauricio Bernal

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La concentración del mercado editorial en castellano en manos de dos grandes grupos dio este viernes un salto cualitativo con la adquisición de la editorial Salamandra por parte de Penguin Random House, un movimiento que permite al gigante editorial sumar a su catálogo a escritores sustanciales como Jonathan Franzen, Zadie Smith y Andrea Camilleri, así como a la superventas británica J. K. Rowling, autora de la saga de Harry Potter. La operación, cuyo intríngulis económico no será revelado al público, es la última de una larga y cuestionada dinámica de absorciones que ha dado a Penguin Random House y el Grupo Planeta el control sobre –si no se cuentan los libros de texto– casi la mitad del mercado editorial en castellano.

"Mi deseo es que la personalidad de Salamandra no se pierda", dice Enrique Redel, de Impedimenta

Igual que en su día las adquisiciones de Seix Barral o Destino por parte de Planeta (en 1982 y 1989 respectivamente), o las de la división literaria de Santillana y Ediciones B por parte de Penguin Random House (2014 y 2017), la noticia sobre la compra de Salamandra ha levantado polvareda en el sector. "No conozco las circunstancias de la compra, pero mi deseo es que la personalidad de Salamandra y el liderazgo que tiene en la difusión de cierto tipo de literatura no se pierdan –comenta Enrique Redel, editor de Impedimenta–. Me refiero a la capacidad de distinción. Muchas veces estas compras redundan en la pérdida de personalidad de las editoriales".

"Continuidad"

No parece que sea el destino inmediato de Salamandra, la editorial creada en el año 2000 por Sigrid Kraus y Pedro del Carril, arquitectos de un catálogo de más de medio millar de autores comercializados a través de una decena de colecciones, las más conocidas Narrativa, Black, Novela y Narrativa Joven. Kraus, que seguirá como directora editorial del sello –compartiendo responsabilidades con Núria Cabutí, consejera delegada de Random House en España–, se ha declarado "satisfecha" con la operación, ha expresado su confianza en que la etapa que comienza ahora permitirá "reforzar y expandir el prestigio" de la empresa y ha calificado la compra de "magnífica oportunidad para asegurar la continuidad de Salamandra". Esa, "continuidad”, es la palabra que muchos esperaban escuchar.

"Salamandra tiene un catálogo que da prestigio y beneficio", dice Óscar López

Los dos gigantes demuestran tener un apetito inagotable por las editoriales medianas –una de las operaciones más sonadas de los últimos años fue la compra de Tusquets por parte de Planeta, en el 2012–, y moldean un mercado que parece inclinado a dividirse en clase alta, clase baja y una clase media cada vez más adelgazada. "Desde el punto de vista mercantil es normal –explica el director de ‘Página 2’ y periodista cultural Óscar López–. En los casos de Tusquets, Anagrama cuando fue adquirida por Feltrinelli y ahora Salamandra, hablamos de editoriales que funcionan muy bien, con autores de prestigio que en algunos casos venden mucho. Un caramelo para los grandes grupos. Salamandra tiene un catálogo de escritores que dan a la vez prestigio y beneficio, y es normal que los grupos potentes vayan a por ellos".

"Una mala noticia"

¿Cuál es el paisaje después de la tempestad? En esa clase media en vías de adelgazamiento destacan editoriales como Acantilado, Libros del Asteroide, Lengua de Trapo, Periférica y Blackie Books. Entre otras. Allí, los movimientos acaparadores no se ven necesariamente con buenos ojos. "Es una mala noticia –dice sin ambages Jorge Lago, editor de Lengua de Trapo–. Pone en riesgo la diversidad cultural. Dos grupos deciden ahora prácticamente todo, qué se publica, qué no, las tarifas de las traducciones, el pago de los derechos. Es una concentración de las decisiones y eso nos perjudica a todos. Es un modelo muy parecido al de la tele, donde dos grupos deciden el 80% de los contenidos". Escueta, la editora de Acantilado, Sandra Ollo, opina: "Lo interesante es saber las razones que han llevado a unos editores de prestigio a una operación de esta naturaleza. El enfoque y el trabajo de Acantilado son muy diferentes a los de los grandes grupos editoriales. Cosa que es obvia para nuestros lectores". Jan Martí, editor de Blackie Books, considera por su parte que "lo importante es que la venta de una editorial independiente se haga con la promesa firmada de que el sello podrá mantener su autonomía a la hora de decidir su catálogo, y sobre todo los puestos de trabajo de la gente que la compone". 

"Los grandes grupos saben que deben combatir la uniformización", dice Javier Aparicio Maydeu

"Es verdad. La clase media está desapareciendo: en términos sociológicos, demográficos, políticos y también en términos editoriales –dice Javier Aparicio Maydeu, director del prestigioso Máster en Edición IDEC-Universitat Pompeu Fabra y una de las personas con más conocimientos del mundo editorial en España–. Salamandra es una empresa de clase media alta que a partir de ahora forma parte de un gran grupo. De acuerdo. Pero creo que no hay que asustarse. Es cierto que toda concentración significa empobrecimiento por uniformización, pero, por otra parte, la concentración permite que se preserven las especies del ecosistema. Además, estos grandes grupos saben que tienen que combatir la uniformización para que no se desdibujen las fronteras editoriales, y para que los autores se sientan cómodos".

Sector saludable

Tanto Aparicio Maydeu como otros conocedores de las dinámicas editoriales en castellano confían en la buena salud del sector, y especialmente en su capacidad de regeneración: "El pez grande se come al chico, pero el mundo de la edición en castellano, tanto el español como el latinoamericano, siempre está dando peces chicos". O, como lo expresa Winston Manrique, antiguo coordinador de libros y literatura del suplemento cultural 'Babelia' y actualmente responsable de la web literaria 'WMagazín', "estos movimientos fortalecen a las editoriales pequeñas y medianas porque generan un vacío que alguien tiene que llenar. Las editoriales independientes tienen un público". En otras palabras: hay dos grupos voraces que compiten por el mercado y tienen recursos para hacerlo. Pero el mercado es inquieto, y sobre todo fértil.

"Estos movimientos generan un vacío que alguien tiene que llenar", dice Winston Manrique

"Mientras sigan surgiendo editoriales pequeñas –dice López–, que es el fenómeno que se ha producido en España en los últimos años, yo no me preocuparía en exceso. Me preocuparía que esas editoriales que hacen una labor magnífica en cuanto a descubrimiento y recuperación de autores desaparecieran. Entonces sí creo que la concentración sería un problema".