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¿Qué saben los lectores y editores de Buenos Aires de Barcelona?

En la Feria del Libro porteña no distinguen especialmente entre literatura española y literatura catalana

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Elena Hevia

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Las calles de Buenos Aires bullen de protestas ciudadanas. Están en periodo preelectoral, sigue abierta y sangrante la herida de no haber prosperado la legalización del aborto, la cotización del dólar ha bajado y ese mismo día, este jueves, Cristina Kirchner presenta sus memorias en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires (lo que no sería significativo si no se interpretara como la intención de la política de querer regresar a primera línea). Así que entretanto, el hecho de que una ciudad como Barcelona, capital de un territorio con una lengua diferenciada del castellano, presente sus libros y sus señas de identidad particulares en la feria, de la que es invitada de honor, no parece que sea un asunto que les interese específicamente. O no hasta el punto de sentirlo como algo diferenciado de ese concepto difuso que en tiempos se llamaba madre patria. En resumen, que aquí en la capital porteña no distinguen entre literatura española y literatura catalana. Sí, claro que saben de los afanes identitarios y políticos del país, pero en lo tocante a las letras no perciben rasgos particulares. Naturalmente, no por saber que existe un 'fet diferencial' va a interesar más aquí la compra de nuevas voces, pero si estas no llegan, si no se conocen, el problema se agrava.

La editora Maria Bohigas de Club Editor, que acude a la feria desde hace cuatro ediciones, considera que adoptar un atajo a las instancias culturales de Madrid -lo que en definitiva es básicamente esta participación barcelonesa aquí- resulta mucho más operativo. "Allí tienen que ocuparse de demasiadas cosas y nosotros no salimos ganando compitiendo con ello. No voy a decir que todos los libreros de Madrid sean reticentes a vender un autor catalán, pero sí una cierta parte. Mostrar lo que hacemos a los argentinos, un público sin ningún tipo de prejuicios y tan acostumbrado a la traducción, que a la hora de leer no distinguen entre noruegos, calabreses o ucranianos, es una gran oportunidad". Señala Bohigas una gran diferencia entre la industria editorial española y/o catalana, más volcadas al éxito directo, y por lo tanto efímero, y la argentina, en la que se apuesta más por los libros de fondo . "Cuando se publica a un autor de referencia y ese libro se enrraíza en unos dos o tres años, este movimiento se conserva y da frutos". También las crisis periódicas del país han obligado a apostar antes por el catálogo que por los 'hits'.

Quien no está tan seguro de que en Argentina no existan prejuicios, de tipo político, respecto a la literatura en catalán, más allá de diferenciarla o no, es el escritor y 'performer' Marc Caellas, que conoce muy bien las distintas realidades culturales latinoamericanas incluida la argentina. De hecho, su próximo libro será editado antes en Buenos Aires que en Barcelona, donde todavía no tiene editor. "Aquí no se entiende el 'procés' y lo que detecto en general, a nivel político, es un cierto desprecio". En realidad se lee muy poco a los autores españoles, exceptuando a Enrique Vila-Matas que aquí es muy influyente especialmente para los jóvenes. De hecho, Vila-Matas es junto a Manuel Vilas (y no la superventas 'Ordesa' sino la menos conocida y excelente 'España') uno de los pocos autores que el prestigioso sello argentino Mansalva tiene en su catálogo. Si a los autores argentinos les interesa Barcelona es más bien como posibilidad de entrar en los catálogos de las editoriales españolas porque eso supone una forma de distribución a toda Latinoamérica, ya que no existen canales de intercambio comercial entre los diferentes países.

El primer día de la FIL, amén de brindis, deseos y parabienes, también trajo algo más que color local. Al ministro de Cultura de Macri, activistas proaborto le organizaron una tremenda tangana durante el discurso de inauguración (ningún problema, si ellas gritaron, él también les respondió) y después la lúcida antropóloga feminista Rita Segato hizo un llamamiento a la desobediencia (que de hecho, ya se había puesto en marcha) y a la necesidad del pluralismo. La filósofa Marina Garcès, que ha acudido como autora a las jornadas profesionales, ve una vinculación directa entre estas aspiraciones y los movimientos sociales que relata en 'Ciutat Princesa'. "De hecho, creo que hemos aprendido mucho de la crisis que tuvo Argentina en el 2001, fue para nosotros una anticipación de lo que se nos avecinaba, pese a que cada realidad tiene sus especificaciones. Aprendimos a convertir la vida cotidiana en una forma de resistencia". Si buscábamos puentes entre Barcelona y Buenos Aires (el chiste fácil es que ambos tienen un Calatrava) ese sí parece bastante sólido.