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Salvador Simó explica secretos de 'Luis Buñuel en el laberinto de las tortugas'

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Eduardo de Vicente

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Esta semana se estrena una película muy especial, Buñuel en el laberinto de las tortugasadaptación en dibujos animados para adultos de la novela gráfica de Fermín Solís que ha sido dirigida por un experto en efectos especiales, el catalán Salvador Simó (El libro de la selva, Piratas del Caribe: la venganza de Salazar) y que cuenta con las voces de Jorge Usón, Fernando Ramos y Luis Enrique de Tomas en los papeles principales.

La acción transcurre a principios de los años 30 y explica cómo, tras el escándalo que ha provocado su último filme en París, La edad de oro, el realizador Luis Buñuel no encuentra financiación para su siguiente película. Su intención consiste en rodar un documental para mostrar la miseria que se vive en la localidad extremeña de Las Hurdes. El azar se cruzará en su camino y podrá hacerlo realidad con un reducido equipo.

El filme vendría a ser una especie de making off (Cómo se hizo) de Las Hurdes (Tierra sin pan), un estremecedor documento que supuso un cambio total en la filmografía del cineasta. Resulta fundamental su deliciosa banda sonora, compuesta por Arturo Cardelús que obtuvo el premio en esta categoría en el Festival de Málaga. Y no será el último porque desde ya se convierte en una de las grandes favoritas para alzarse con unos cuantos galardones como mejor película de animación en las galas del próximo año. Su director, Salvador Simó, nos explica las curiosidades más sorprendentes del rodaje.

-Una ficción animada. "Desde el principio teníamos claro que no queríamos caer en los tópicos o limitaciones que la técnica de la animación tiene y, desde un principio, la enfocamos como una película de ficción".

-Un método distinto. "Las voces en animación muchas veces se graban delante de un atril. Seguro que habéis visto muchos making off de filmes de Pixar o Disney, donde el actor famoso se pone delante del atril y el micrófono. Por lo general, lo primero que se hace es grabar sus voces y el animador dibuja y mueve a los personajes en base a esas voces. En esta película se utilizó un método distinto ya que los actores interpretaron sus escenas como si de una película de imagen real se tratara, grabando sus voces con una pértiga, pero sin la cámara solo con el micro. Eso le dio una naturalidad y frescura increíble a la película".

-La conexión entre los intérpretes. "Trabajamos con los actores haciendo muchas lecturas de guion, trabajando los personajes y se produjo una magia increíble entre ellos lo que hizo que, sobre todo los personajes de Jorge Usón como Luís Buñuel y Fernando Ramos como Ramón Acín, brillaran en la película".

-Problemas con el francés. "El día que grabamos una de las primeras escenas con Jorge y los actores franceses, el personaje de Luís tenía que hablar francés y Jorge no sabía decir ni una palabra en este idioma. Los actores galos empezaron a corregir la pronunciación de Jorge para que hablara un francés perfecto, pero en ese momento les interrumpí para explicarles cómo habla un español el francés. Yo viví dos años en París y mi francés es regular. Lo que necesitaba para un Luís Buñuel que llevaba pocos años en esa ciudad es que tuviera un fuerte acento español. Escucharlo provocaba que los oídos de los actores franceses sangraran, se enfadaron bastante. Pero al final lo entendieron y fue muy divertido".

-La otra película. "El rodaje fue tenso debido a los plazos y las exigencias que nos demandaba. Por eso el equipo de arte liderado por su director, José Luís Ágreda, quiso que el ambiente fuera más distendido y, para ello, empezaron a desarrollar una disparatada subtrama que, por desgracia, no llegó a incorporarse en el filme pero que era una opción de cara a una posible segunda parte. Se titulaba “Robo Buñuel, la venganza de Ramón Acín en las Hurdes”, donde había explosiones y rayos láser, e incluso se hizo un cartel… Fueron momentos muy entrañables".

-La bebida de Buñuel. "La primera fiesta de Navidad, José Luís Ágreda, Manolo Cristóbal (el productor) y yo decidimos que queríamos ofrecer al equipo un homenaje a Buñuel, con su receta del buñueloni, un cóctel que viene a ser una variante del Negroni. No sé si acertamos o no, pero la verdad es que estaba riquísimo y todos terminamos en condiciones bastante deplorables. Hasta acabamos cayendo en los inevitables cantos regionales..."

-El hijo del genio. "Durante el proceso de escritura del guión tuve la oportunidad gracias a Javier Espada, nuestro experto en Buñuel, de conocer a su hijo, Juan Luís Buñuel. Fue una primera visita entrañable. Era un hombre grande con un parecido evidente a su padre que me sorprendió. Pese que la primera impresión que daba era muy seca, nos abrió su casa y nos ofreció café después de comer juntos. Hablamos de sus esculturas, su vida y anécdotas de sus rodajes. En otras visitas nos habló de su padre y de algunos detalles sobre su amistad con Ramón, Federico y, sin duda, de su enemistad con Dalí".

-El filme que no pudo ver. "Cuando hablamos de nuestra película, al principio no entendía muy bien por qué queríamos utilizar animación, pero no se opuso. Al ver el primer dibujo de su padre no lo identificó pero, después de hacer unos sutiles ajustes, le gustó. Recuerdo que la última vez que lo visité antes de despedirnos me llamó aparte y susurrando me dijo: “cuando termines la película me la traes y la vemos juntos”. Lamentablemente falleció pocos meses más tarde".

-Un equipo muy plural. "El equipo estaba formado en su mayoría por mujeres con un talento espectacular, con una mezcla generacional increíble y de diferentes nacionalidades".

-La tranquilidad del campo. "En un pueblecito de Extremadura donde trabajamos se generaron momentos entrañables y muy divertidos. Delante del estudio, había un campo que nos alegraba la vista y durante un largo tiempo de la producción teníamos a un burro y dos caballos que nos hacían compañía mientras pastaban. La verdad es que la tranquilidad nos ayudó mucho a crear momentos entre el equipo que no olvidaremos".