QUÉ HACER HOY EN BARCELONA

'Magia Family', un espectáculo de Gerard Borrell para niños, pero muy gamberro

zentauroepp47772270 gerar borrell magia family190415194442

zentauroepp47772270 gerar borrell magia family190415194442 / periodico

Eduardo de Vicente

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Gerard Borrell es un mago muy particular, en las antípodas de la elegancia de un David Copperfield. Lo suyo es el humor, hacer un poco el gamberro, improvisar en sus diálogos con la gente con mucho ingenio y conseguir que la platea no solo se asombre con sus números, sino que también se parta de risa en su butaca con su descaro. Por algo se presenta como “trangresor, perverso y provocador”. Lleva más de un año en el Eixample Teatre con dos espectáculos diferentes, uno para adultos y otro para niños, y ha conseguido ser uno de los diez montajes más valorados por los seguidores de Atrápalo. Descubramos por qué asistiendo a su Magia Family.

Tras algunos problemas técnicos fingidos, el mago aparece envuelto en humo en un escenario en el que destacan dos piezas de madera y una máquina tragaperras de esas que extraen cápsulas con diferentes sorpresas. Para empezar intenta convencer a algún espectador para que le presente mientras suena un animado tema de Michael Jackson. Un juego con una cuerda interminable para abrir el fuego, al que le sigue el típico truco del diario destrozado en mil pedazos, con la ayuda de los niños, que vuelve mágicamente a mostrarse intacto.

De una bola a un anillo

Los siguientes números son mucho más originales, dibuja en un cuaderno una bola de bolera, sí aquella que pesa un montón y tiene tres agujeros… ¿se hará realidad? y el que viene a continuación sí que nos deja boquiabiertos. Pide a alguien del público, preferentemente un adulto, que le preste un objeto y lo que pasa luego no se puede explicar… es mucho mejor verlo. A todo esto, Gerard no para de bailar, bien sea al ritmo del Volare de los Gipsy Kings (para suspender en el aire a un voluntario) o del Think de Aretha Franklin; con su tupé, sus gafas de plástico y su traje lila muy cantón. Como una versión sofisticada de Rodolfo Chikilicuatre.

¿Dónde está la bolita? Llega el momento del trilero escenificado con tres enormes cubiletes y una pelota que hay que averiguar dónde se encuentra y pasamos por el Veo veo de Teresa Rabal y el más actual Swish swish de Kate Perry con su imprescindible baile que adoran los niños. Hace aparecer un refresco… con suspense y los peques creen que han averiguado el truco. Parodia los tutoriales de YouTube y saca al escenario a otro chico para que lea unos rótulos en plan Bob Dylan en el vídeoclip de Subterranean homesick blues. El desenlace es inesperado.

Unas botellas y unos vasos que se multiplican

Llegamos ya al final con otro número muy vistoso en el que bajo unos cilindros irán apareciendo unos vasos de plástico y unas botellas de vermut que se multiplicarán hasta que nos cansemos de buscarle una explicación. Como despedida acabaremos todos bailando como él y nos esperará en la salida para recomendarnos su espectáculo para adultos y hacernos fotos de recuerdo con él.

Es poco más de una hora divertidísima en la que se te pasa el tiempo volando y los peques disfrutan… quizás demasiado. Lo cierto es que, en algunos momentos, se desmadran más de la cuenta y, la verdad, sufres un poco por el mago. Igual que, en otras ocasiones, insistimos en el respeto que como público debemos los artistas (las toses excesivas, los móviles luminosos o con señales acústicas) también deberíamos inculcárselo a nuestros hijos, los espectadores del futuro, para que valoren el trabajo de quien se sube a un escenario y se diviertan, claro, y hablen si lo desean, pero siempre dentro de unos límites razonables para no incomodar al actor ni al resto de público.