'La Llorona': sustos de marca blanca

Todas las culturas tienen sus propios cuentos morales y leyendas sobre hombres y mujeres del saco que acechan en la noche, y uno de los más antiguos procede de México: La Llorona, un espíritu maligno que intenta robar niños con los que reemplazar a los hijos que ahogó en un ataque de celos. Ahora, James Wan ha tomado un valiosa pieza del folclore latinoamericano y la ha despojado de toda personalidad para que encaje en una fórmula de éxito y, en concreto, para hacerle hueco con tosquedad en el universo de 'Expediente Warren'. 

Sin duda, buena parte del triunfo de esa saga tiene que, en su faceta de director, Wan exhibe a la hora de aterrar al espectador y a la vez hacer que empatice con los personajes. No es casual que sus entregas más olvidables sean aquellas que la integran de modo solo tangencial y en las que Wan ejerció únicamente de productor. En todo caso, ni 'Annabelle' (2014) y su secuela ni la reciente 'La monja' (2018) son tan impersonales y genéricas como 'La Llorona'.

Mientras acompaña a una madre soltera que trata de impedir con la ayuda de un sacerdote que el fantasma del título le arrebate a sus hijos, el director Michael Chaves se contenta intentar asustarnos encadenando una sucesión de golpes de efecto trillados y predecibles, ignorando por completo en el proceso tanto la cultura de la que toma su historia como el potencial dramático de lo que en el fondo es un relato sobre la transferencia del dolor, y sin mostrar el más mínimo interés en generar tensión. Al parecer, Wan ha elegido a Chaves para que dirija 'Expediente Warren 3', y le encargó 'La Llorona' para que se fuera entrenando. Más le vale seguir haciendo flexiones.