CRÍTICA DE LIBROS

Crítica de 'Els àngels ens miren': los psicópatas que necesitamos

Marc Pastor combina la dignidad literaria y la apuesta comercial en una novela adictiva que también lo es de la Barcelona real

Marc Pastor, en una calle de Sant Andreu, donde suceden los primeros asesinatos de su nueva novela, 'Els àngels ens miren'.

Marc Pastor, en una calle de Sant Andreu, donde suceden los primeros asesinatos de su nueva novela, 'Els àngels ens miren'. / SÍLVIA CORTADA BALLÚS

Vicenç Pagès Jordà

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Desde el año 2006, Marc Pastor ha publicado media docena de novelas que se sitúan en un espacio poco cultivado en catalán: el que combina la dignidad literaria y la apuesta comercial. Lo que nos sobran son, por un lado, obras orgullosamente minoritarias, y por otro, intentos groseros de vender libros al precio que sea. Ahora bien, un Stephen King no se improvisa, ya que no basta con el talento ni con la ambición: es imprescindible dedicación, especialización, un enfoque artesanal que no excluya la chispa. La particularidad de Marc Pastor (Barcelona, 1977) es que se mueve con familiaridad en la ficción de género. Para escribir novela negra, por ejemplo, se necesita no sólo una lengua flexible, sino sobre todo el dominio del ritmo, maestría a la hora de ocultar datos y diseminar pistas falsas, traza en la articulación de acciones paralelas y, no en último lugar, un dominio del desenlace que no todos los autores poseen. Para conseguirlo es necesario lo que Stephen King llama la caja de herramientas. El 'toque Pastor' consiste en el añadido de referencias pop que se concretan en una serie de neologismos propios: sherlockholmiano, corleoniano, chucknorrismo, federicomocciano...

Al inicio de 'Els àngels em miren' la policía encuentra dos cadáveres que no tienen nada en común excepto el tatuaje de unas alas angelicales. A partir de aquí surgen pistas, sospechosos, callejones. Los Mossos d'Esquadra participan con una cuarentena de efectivos (de inspectores a agentes, pasando por sargentos y cabos, todos con nombre, apellido y personalidad), a los que hay que añadir psicólogos, profesores de instituto, prostitutas bielorrusas, periodistas de sucesos, trabajadores sociales, comerciantes paquistanís, profesiones extraídas de la Catalunya real. En paralelo, van apareciendo cadáveres pintorescos, en ocasiones colocados en composiciones artísticas, cada uno de los cuales abre unas líneas de investigación y cierra otras. Mientras lee el libro, el lector se siente tan abducido que pierde el sueño, se salta paradas de metro y llega tarde a las citas. En fin, un éxito.

No se puede descartar que 'Els àngels em miren' sea, probablemente sin quererlo, la novela de Barcelona que algunos críticos literarios están esperando desde hace décadas. Lo es porque el escenario no coincide con la ciudad de los visitantes ocasionales y los guías turísticos, sino que incorpora los paisajes que acompañan a los nativos en el día a día: lugares como el Forn Mistral, el tanatorio Sancho de Ávila o la librería Gigamesh; barrios como Sant Andreu o la Trinitat; periferias (con perdón) como Cornellà, El Prat o Molins de Rei... Si aparece el CCCB no es para hacer publicidad, sino porque se produce allí un atentado sangriento.

'Els àngels em miren' no es una obra de encargo, sino que se nota que el autor ha disfrutado. Los regalos que incorpora son variados y pertinentes: referencias a obras anteriores (y quizás posteriores) del autor, elementos de brujería que hibridan la novela policíaca con la novela fantástica, la ucronía verosímil de la independencia de Catalunya, y también un conocimiento profundo de los mecanismos de investigación de los Mossos (el autor es miembro del cuerpo, en concreto de la policía científica). Tras la crónica negra, la invasión de los ultracuerpos y los viajes en el tiempo, Marc Pastor nos captura con una novela de psicópatas que también se puede leer como una metástasis de 'Una fulla de gerani blanc', de Mercè Rodoreda.