CRÓNICA

Alfred García, ansia conquistadora en Barts

El cantante de El Prat buscó la grandiosidad emocional en la presentación de su primer disco, '1016', y contó con la ayuda de Albert Pla, PAVVLA y Roi Méndez

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Jordi Bianciotto

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La actualidad musical abarca tantos estilos contrapuestos que un cantante de 22 años como Alfred García puede movilizar multitudes sin rozar siquiera géneros que en teoría definen el signo de los tiempos como las músicas urbanas o latinas, sino acogiéndose a un rock clásico, con pinceladas soul y tendente a la épica. Pero no es el estilo lo que conecta con sus fans, sino él mismo, su mezcla de actitud casual y de delirio megalómano, sus modos de niño grande y listillo provisto de un talento potencial, escenificados a discreción este jueves en el primero de sus dos conciertos en Barts (Share Festival).

Algarabía en la sala tan solo un poco aplacada por el pase previo del británico Joe Dolman con sus dulces canciones a guitarra acústica. El contraste con Alfred fue severo: ‘1016’, la primera pieza, que da título al disco (y que corresponde a su número en el cásting de ‘OT’), arrancó aparatosa, con los metales sacando humo y la estrella esbozando poses de ‘guitar hero’. Subidón conservado con el préstamo de ‘Insurrección’, de El Último de la Fila (sin aportaciones significativas), y su creación más arrolladora, ‘Que nos sigan las luces’, que vino precedida por una escena de sincronización de palmas a lo Queen.

Elogio del falsete

Alfred García lució maneras de clásico del rock sin serlo e invitó a pensar que dispone de un don musical, si bien parece todavía demasiado seducido por la idea de impresionar al público. Canciones con indicios de sustancia (‘Wonder’, a la que se sumó Paula Jornet, PAVVLA) y arrebatos de pompa como ‘La ciudad’, que introdujo al piano con unos falsetes pasados de rosca, a medio camino entre Jeff Buckley (que sonó antes de la actuación) y Mika.

Entre los fans de Alfred parece estar Albert Pla, que como el pasado septiembre en el Acústica, de Figueres, apareció en escena suministrando una imagen de compadreo, esta vez en la eurovisiva ‘Tu canción’, es decir, haciendo de Amaia en una maniobra a todas luces temeraria. “Uno de esos artistas auténticos, de los que quedan poquísimos; creo que solo queda él”, presentó Alfred. Algo tendrá este chico para conseguir que Albert Pla cante estrofas como “siento que bailo por primera vez / eres el arte que endulza la piel” sin que se le escape la risa. La entente se completó con un Lou Reed por rumba, el de ‘El lado más bestia de la vida’, con sus “lailo-lailos” compartidos a la baja por un público que parecía encontrarse en otra frecuencia mental.

Volvió el Alfred García hipermotivado, el de ‘Londres’, una de esas baladas con pretensiones de himno, en la estela de Pereza, como ‘No cuentes conmigo’ o la misma ‘Madrid’, con su apostilla de ‘Bohemian rhapsody’ (de nuevo, Queen). Material inflado, con el detector de clichés en modo ‘off’. Alfred trombonista (‘Lo que puedo dar’) y Alfred meláncolico (recordando sus días en “salas pequeñas, cuando venían dos o tres personas”). Y el que, antes de acoger a un último invitado, Roi Méndez (versión de ‘Human nature’, de Michael Jackson), deslizó su canción más delicada, ‘Et vull veure’, indicadora de que, cuando quiere, puede conmover sin necesidad de subir demasiado la voz.