EFEMÉRIDE Y ACTUACIÓN

Pau Riba: "Yo quería triunfar, ejercer los nuevos poderes"

El músico celebra el 50º aniversario del visionario 'Dioptria', disco que rescatará el viernes 12 en un concierto en el Teatre Joventut de L'Hospitalet, dentro de Barnasants

Pau Riba, fotografiado este mes en Montgat

Pau Riba, fotografiado este mes en Montgat / periodico

Nando Cruz

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Con 20 años, media dioptría en el ojo izquierdo y dos y media en el derecho, Pau Riba grabó un disco que medio siglo después aún brilla por su visionaria osadía. Publicado en dos partes (el segundo vinilo salió en 1970), ‘Dioptria’ es una obra insólita donde conviven psicodelia, música barroca, jazz y folk.  La discográfica Munster acaba de reeditar el disco en un solemne doble vinilo de 180 gramos que además recupera todos los detalles gráficos concebidos por Riba en su día. El 12 de abril lo rescatará íntegro en un concierto de 50º aniversario en el Teatre Joventut de L'Hospitalet, dentro de Barnasants, pero esta entrevista es un viaje a 1969, al contexto en el que nació ‘Dioptria’.

Hábleme del colegio Isabel de Villena donde estudió.

Era una cosa muy progre. Cuando empecé a ir, con tres años, aún era mixto. Y mantener eso en pleno franquismo era un gran esfuerzo. Luego les obligaron a separar a los alumnos por sexos. A los 14 años, los chicos acabamos en una torre que estaba en Ganduxer con Vía Augusta. Yo escogí letras y en el último curso me quedé solo. Y para que los profesores no tuvieran que dar clase a un solo alumno me juntaron con las chicas. Estuve todo ese curso con 16 chicas.

¿Tenía la sensación de que las mujeres eran más determinantes en su vida que los hombres? El primer ‘Dioptria’ habla solo de mujeres.

Mi crítica en ese disco era contra la familia cristiana y burguesa, pero ayudado por mi machismo carpetovetónico y genético apunté mucho hacia las mujeres. Mi madre acogió en casa a dos tías abuelas. Y las que llevaban la casa eran ellas tres. En esta campaña del 50 aniversario del ‘Dioptria’, lo que más me está costando explicar es esto: de dónde viene la fobia hacia las mujeres.

En la canción ‘Vosté, tu, tu mateixa’ cargaba contra la mujeres por ser tan sumisa. Y, claro, estaba culpabilizando a la víctima, no al opresor.

Sí. Ahí está ese machismo carpetovetónico y... poca cosa más. Porque yo me relaciono bien con las mujeres. Bueno, sexualmente no. Nunca he sabido ligar.

Para un joven de aquella época, descubrir que los chavales de otros países estaban iniciando una revolución debió ser muy inspirador.

Los libros de historia explican que la revolución hippy fracasó, pero los hippies estuvieron en primera página durante diez años. Entonces, todo era: ‘niño, no hagas esto’, ‘niño, ves allí’, ‘sí, papá’… Y luego a hacer el servicio militar, a currar y a casarte sin haber tenido relaciones previas. Nosotros decíamos: ‘¡Esto no puede ser!’.

"El LSD nos puso en estado de gracia. La juventud pasó del 'sí papá' a la revolución"

Y aquella revuelta adolescente le atrapó.

Hubo dos elementos clave. Uno fue el rock’n’roll, una música que con 25 años ya no podías bailar porque era acrobacia y mucha marcha: lo más primitivo del mundo. Y luego llegó el LSD. El ácido nos puso en estado de gracia.

¿Son sus dos grandes influencias?

Sí, pero también mundialmente. La juventud pasó del ‘sí papá’ a la revolución.

Frente a ese panorama, dedicarse a la poesía le debía saber a poco. Y tampoco querría seguir los pasos de su abuelo Carles Riba.

Yo ya tenía una experiencia familiar: ¡la poesía no da ni pa’ pipas! Yo quería triunfar, ejercer los grandes poderes. Y como esto coincidió con el nacimiento de la nova cançó, cogí una guitarra de mi hermano mayor y empecé a rascarla.

"Els Setze Jutges me catearon. Con los años dijeron que fue porque iba con el pelo largo y pantalones rojos. Yo era hippy. Quedó claro que era un rechazo generacional"

Y se presentó al ‘casting’ para entrar en Els Setze Jutges.

Pero me catearon. Con los años dijeron que fue porque iba con el pelo largo y pantalones rojos. Yo era hippy. Quedó claro que era un rechazo generacional.

Cuando grabó ‘Dioptria’, ¿ya se había ido de casa de sus padres?

Sí. Me había casado o estaba a punto. Porque esa fue una historia larguísima. El padre de Mercè (Pastor) no quería. Era cazador y cuando la acompañaba a casa salía con la escopeta gritando: ‘¡Largo de aquí!’. Tenía una parada de marisco en el mercado central, contrabando de diamantes… Era un nuevo rico.

¿Cómo se resolvió el asunto?

Nos enteramos de que la iglesia podía dar el permiso sin el consentimiento del padre. Era una especie de juicio en el obispado. Fuimos y luego citaron a su padre. Llegó a alegar que su hija estaba loca. El obispo nos pedía un certificado conforme no lo estaba y nos lo firmó un pariente de Buñuel que era psiquiatra.

Todo muy surrealista.

Al final el padre alegó que ella solo quería irse de casa, que no nos queríamos. Y la iglesia decidió que estuviera en una residencia de monjas seis meses para ver si aún nos queríamos. El dictamen final lo tenía que dar mossen Guix, que estaba a punto de ascender a obispo. El padre de Mercè fue allí y le dijo: ‘Soy franquista y puedo impedir que usted sea obispo’. Se cagó pero nos hizo llegar una nota: si os casa un cura progre sin que me entere, hacedlo. Y eso hicimos.

Esta historia explica el texto que acompaña ‘Dioptria’, donde cargaba contra familia, iglesia y esa sociedad pequeño burguesa. Su ataque no era filosófico, conceptual o abstracto. Tenía motivos muy concretos.

Se había creado una auténtica zanja entre nuestra generación y la anterior. Era una lucha real que llegó a niveles extremos. En la portada del single ‘Taxista’ hay una chapa que dice: ‘Why boys leave home?’. ¿Por qué los chicos se van de casa? En Estados Unidos, los chavales se hacían hippies y montaban comunas para desarrollar su propia cultura, la contracultura. Y los gobiernos pensaban: ¡Nos estamos quedando sin relevo! ¿Quién hará el pan?

"Se había creado una auténtica zanja entre nuestra generación y la anterior. Era una lucha real que llegó a niveles extremos"

Usted no quería ser panadero. Y se encierra con el grupo Om a grabar el disco. ¿Cómo era el día a día en esa época?

¿Época? Tampoco duró tanto.

Se cuenta aquella grabación casi arruina al sello Concèntric.

Este siempre ha sido un país de… Más de 15 días no estuvimos.

¿Cómo grabaron el sonido del niño llorando y el jarrón que se rompe?

El de niño, no lo recuerdo, pero para el final ‘Noia de porcelana’ nos pasamos horas rompiendo platos y cristales en el lavabo para obtener más resonancia.

Y tras la grabación se va a Formentera.

Queríamos tomar el primer ácido. Sabíamos que Formentera era una estación de paso para los hippies americanos que iban a la India. Los diarios hablaban mucho de estos temas. La sociedad estaba muy escandalizada por el ácido y el rock. Cuando el batería de Soft Machine (Robert Wyatt) se tiró por una ventana los diarios lo magnificaron. Y entonces, ¡todos nos tirábamos por la ventana!

Y una vez en Formentera, ¿ya sabía dónde conseguir el ácido?

Nos dijeron que en la playa de Migjorn había una colonia de 400 hippies. Y allí fuimos Mercè y yo. Vivimos en una cueva. Pronto supimos quién los pasaba, pero quisimos esperar a tomarlo durante la noche en que hacían la fiesta de la luna llena. Era un americano. Le llamábamos el 'reietó' porque el pelo le hacía forma de corona. Nos dio el tripi y nos dijo: si es el primero, partíroslo. Mercè no entendía el inglés y se lo tomó de golpe. Entonces me dio otro entero para mí.

¿Qué tal lo recuerda?

El primer síntoma fue paranoia pura. Estábamos en la playa y yo oía que todo el mundo se reía detrás mío. Me giraba ¡y todos estaban serios! Otra cosa que recuerdo es que las olas del mar eran cangrejos que subían y se alejaban. Y que cogí la guitarra y el mástil parecía una autopiiiiissta. ¡Y cómo sonaba! Ese primer tripi fue muy bonito, muy Walt Disney. Luego tuvimos otros más heavies.

¿Ese mismo verano?

No. A los dos días la policía hizo una batida en la playa con ayuda de gente de la zona y nos echaron a todos de la isla. La aventura del ácido fue pim-pam.

Y de vuelta a Barcelona graba ‘Dioptria/2’ con los Música Dispersa.

Me enamoré de su música, pero aquel grupo era Cachas. Él era un figura y yo también. Éramos dos gallos en el gallinero y aquello no podía funcionar. Al final, entre Albert Batiste y yo nos lo hicimos todo.

Porque ya había despachado a los Om.

Sí, aunque habían aprovechado el verano para montar las canciones. Toti Soler tiene una cinta con el ‘Dioptria/2’ cantado por él. Le he dicho varias veces que valdría la pena recuperarlo, pero siempre me dice que lo tiene en unas cajas, que lo tendría que buscar, que ya lo mirará… No quiere.

En 1970 quiso presentar ‘Dioptria’ en el Liceu y el Palau de la Música.

Mi idea era meter un coche en el escenario del Liceu para usar el claxon, los faros, el ruido de las puertas... Y me dijeron que no. Luego fui al Palau. Había actuado Raphael poco antes y la gente se subió a las sillas. Y dijeron: ‘Uf, Pau Riba y el rock’n’roll aquí… Nos destrozarán el local’. Y tampoco.

50 años después, ¿por qué no lleva el disco al Palau o al Liceu?

Ahora me da pereza.

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